Andan los humildes mortales ungidos de una luminosa satisfacción al creer que, con el largo veranillo y la consecuente tardanza en el arranque de las calefacciones, sus facturas de electricidad y gas se verán aliviadas en la nueva temporada invernal. Es motivo de conversación en charlas y tertulias. Pero no falta quien defiende el criterio de que se trata de un alivio infundado. Razones: las compañías eléctricas tienen en sus presupuestos apuntado el dinero a recaudar, aunque haga sol y sea temporada de baños todo el invierno, y se lo cobrarán con contadores digitales o de lápiz; los impuestos que suman la mayor parte de los recibos no bajarán y también está anotado el montante a recibir; y la prueba del algodón, el Ministerio de Industria anuncia que la anunciada bajada del recibo en enero será del... ¡1%! Da igual vivir con forros polares o dormir sepultados por cincuenta mantas, no podrán evitar estar ungidos por el divino recibo de la luz.