La gripe genera más incertidumbre en el campus de Mieres. No porque aqueje a profesores y alumnos, sino porque fue la excusa para que el consejero de Educación disculpara su presencia en la "cumbre" convocada el pasado lunes con el fin de despejar el futuro del complejo universitario. De "cumbre" a loma, porque no tenía previsto asistir ningún alto cargo del Principado, y no porque todos los del ramo educativo e incluso de Presidencia estuviesen afectados por fiebre, tos y mucosidad en cantidades suficientes como para quedarse en casa. Sirva o no la gripe como disculpa, el campus de Mieres parece aquejado de la enfermedad de la indiferencia política. Y su futuro, que depende de dotarle de estudios e investigadores y ha sufrido el duro golpe del anunciado cierre del centro de Soft Computing, es trascendental para Mieres y para las Cuencas. Curarlo requiere de algo más que de antigripales: necesita interés y compromiso.
