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Panza arriba

Vuelva usted pasado mañana

La farragosa burocracia que exige cualquier gestión con las administraciones

Treinta y seis papeles diferentes. Lo pongo en número, que parece más: 36. Me los pide la Administración para solicitar una ayuda. Como archivo todo, voy a las solicitudes de años anteriores. 15 años atrás pedían 5 papeles. 5 años después, pedían 2 más. Hace 5 ya se empezaban a pasar: entre los de pedir y los de justificar, al final eran 15 papeles. Ahora mismo son 36. ¿Qué cambió? En verdad no cambió nada. Preguntas y te dicen que todos son imprescindibles. Si te falta uno, tienes que resolver su falta con dos más. Absolutamente imprescindibles, también. Como pertenezco al gremio, sé que es mentira. Insisten: es absolutamente necesario. Les digo: es necesario únicamente porque vosotros hacéis que sea necesario. Conclusión: lo que les estoy diciendo es que es necesario únicamente porque es lo único que justifica que estéis trabajando. Con tanto papel da la sensación de que trabajáis mucho. Pidiendo tantas cosas, habéis conseguido haceros imprescindibles.

Hace tres semanas me reunía con una gente para la creación de un premio literario. Les dije que hacía falta uno de la categoría del premio IG-Nobel, que se concede desde 1991 parodiando los premios Nobel de verdad. ¿Por qué? Por algo tan sencillo como que habría que premiar al que dentro de la Administración es capaz de redactar un texto como el siguiente: "Plan para llevar a cabo la obligación de adoptar las medidas de difusión consistentes en dar la adecuada publicidad por parte de los beneficiarios del carácter público de la financiación de los programas o actuaciones de cualquier tipo que sean objetivo de subvención". Que no es complicado de entender, pero que no me negarán que tiene mérito. ¿Por qué un premio? Por algo tan sencillo como que detrás de eso que llamamos Administración existe un señor que es el redactador de requisitos. A ese señor es al que debemos de premiar. De la misma forma que el Nobel este año honró por vez primera a una periodista, nosotros deberíamos reconocer el impresionante trabajo del redactador de requisitos. Imaginaros el esfuerzo: redactar los textos de 36 requisitos como ése. Y, atentos, aún existe un esfuerzo aún mayor: traducir los textos de 36 requisitos como ése al asturianu. Que, en el fondo, es una estupidez tan grande como la de mandar a la Administración un escrito que pone "febreru" y que te pidan traducción de él. Algo así ocurre todos los días. Esto es Asturies. Cuando pensamos en estupideces nos vienen a la cabeza las de Belén Esteban, Paquirrín o Miguelín Alarcos. Pero también tenemos que convivir con ellas al pie de casa.

¿De dónde surge todo esto? De algo tan simple como no tener nada que hacer. Así de simple. La Administración siempre tuvo a personas que no hacían nada. Recibían el nombre histórico de funcionario-mueble. Cumplían una función decorativa. Todos conocemos a uno así. No hace nada. Que ya es mucho. Va, se sienta, pasan sus siete horas y se va. Como es muy cansado lo de estar sentado, el sindicato le da horas sindicales para que el culo no escarifique. Como no hace nada, nunca se equivoca. Nada pide, nada le dan. Nada propone, de nada es responsable.

A la hora de la verdad es el funcionario ideal. Pero, a la Administración también llegan, además del funcionario-mueble y del funcionario-redactador, muchos otros tipos de funcionarios. Tantos y tan diversos que los responsables del departamento de sociología de la Universidad -que nadie sabe qué hacen-, querían dedicar un curso a elaborar una taxonomía de tipos de funcionarios en la Administración asturiana. Les pregunto: ¿tiene algún tipo de interés? Me contestan: hemos detectado en la Administración de la propia Universidad 21 funcionarios-mueble. Les digo: eso, seguramente, es que habéis investigado poco.

"Gran persona debió de ser el primero que llamó pecado mortal a la pereza", que dejó dicho Mariano José de Larra en su célebre artículo "Vuelva usted mañana". Las cosas han cambiado bastante en estos últimos cien años. Ahora ya no te mandan volver mañana. Ahora, simplemente, te piden tantos papeles que es imposible hacerlos de aquí a mañana.

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