La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Francisco Palacios

Líneas críticas

Francisco Palacios

La política como espectáculo

Desde el debate protagonizado por Kennedy y Nixon a los celebrados con motivo de las próximas elecciones

Escribió Guy Debord que la vida de las sociedades modernas se explica como una inmensa acumulación de espectáculos. Y la política no podía ser una excepción. Se puede observar como estos días el espectáculo televisivo se apodera de la campaña electoral en España. Y como los candidatos acuden a los programas de una audiencia masiva en busca de la atención de un público que nunca llegarán a tener en los mítines convencionales: un espectáculo ahora menor.

Así, en el debate transmitido por Atresmedia, en el que intervinieron tres candidatos y la vicepresidenta del Gobierno, se alcanzaron los diez millones de telespectadores. Un verdadero éxito mediático en un debate anunciado como decisivo. Aunque es posible que serán otros factores los que influyan en la decisión final de los votantes. Por ejemplo, queda por ver como se desarrolla el cara a cara entre el presidente Rajoy y el líder de la oposición Pedro Sánchez. Tal vez sea más determinante para el resultado de las elecciones.

Actualmente, lo que no aparece en los medios de comunicación casi no existe. Eso convirtió a los políticos en personajes mediáticos, para los que la televisión es la primera y más importante plataforma para convencer a los que todavía no están convencidos. Aunque ese recurso sea un arma de doble filo. Un juicio improcedente, un gesto inoportuno, un titubeo repetido que denote inseguridad o un error de bulto ante una audiencia millonaria puede ser letal para cualquier candidato. Por el contrario, aparecer persuasivo y firme es casi siempre una garantía de éxito, incluso para el aspirante menos solvente. Así de embrollado y paradójico es el juego de la política cuando se convierte en un espectáculo de masas.

Según los especialistas en la materia, en septiembre de 1960 Kennedy le habría ganado el debate a Nixon porque éste se mostró inseguro, sudoroso y sin maquillar ante las cámaras de televisión. El debate duró una hora y fue seguido por setenta millones de telespectadores a pesar de que muchas familias estadounidenses carecían de televisor.

Se dijo que después de aquel famoso debate (hoy se llamaría histórico) "la política había cambiado para siempre". Que Kennedy, más telegénico, le había ganado la batalla a Nixon porque se había adoptado mejor al lenguaje y los códigos exigidos por la televisión: la imagen y el temple de Kennedy fueron decisivos para imponerse a su contrincante. Ahora bien, para los que siguieron el debate por la radio, Nixon había exhibido un nivel político y técnico superior a Kennedy. En cualquier caso fue éste el que ganó las elecciones presidenciales dos meses después.

Por otra parte, los políticos muestran su mejor capacidad histriónica en las campañas electorales. Es entonces cuando el espectáculo alcanza su mayor apogeo. Hace ya veinticinco siglos que Platón llamó irónicamente "teatrocracia" al régimen democrático, destacando el sentido escénico como uno de sus rasgos más visibles. Es decir: la democracia como representación y espectáculo, ente otras cosas..

Volviendo a España, tras las elecciones generales se presenta un complejo escenario (siguiendo con la terminología teatral) en el que va a dominar una suerte de confuso "bipartidismo duplicado". De modo que lo más probable es que los llamados emergentes y los que han mandado durante años se vean obligados a configurar el futuro Gobierno de España, con distintas opciones para los acuerdos, las alianzas o las componendas. Se avecina sin duda un apasionante espectáculo político.

Compartir el artículo

stats