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Dando la lata

Los buenos

Supongo que como a muchos de ustedes, de vez en cuando me asalta la sensación de que el mundo se va a la mierda, que a pesar de los impresionantes avances técnicos, los hombres nos seguimos matando unos a otros como venimos haciendo desde el inicio de los tiempos, que está todo revuelto y alborotado, que el auténtico sentido de la justicia se ve cada vez más arrinconado, que no hay modo de hallar un poco de paz. Y así andaba yo el otro día cuando al girar en una esquina me encontré con el buen doctor Germán Rodríguez, un hombre al que se le ilumina la mirada al hablar de sus niños de Guatemala. Y lo cuenta con un entusiasmo tal que te contagia. Porque no satisfecho con cuidar a los de nuestra cuenca, hace años que se embarcó en la aventura de cruzar el océano para procurar atención médica a niños guatemaltecos. Y cada vez que vuelve de allá, de ser testigo de enfermedades, dolor, miseria y muerte, ya está haciendo planes para retornar y ayudar más aún. Y su siguiente reto son los niños especiales, "sus niños especiales". Tú, Germán, sí que eres especial. Y qué falto está el mundo de seres especiales como tú.

Fue despedirme de él y sentir que en mi depósito entraba gasolina, que recuperaba energía. Y me encaminé hacia casa pensando en la buena gente de Amicos y Cáritas, en los voluntarios de Cruz Roja, en las decenas de ángeles anónimos que aquí, entre nosotros, dedican cada día a ayudar a los necesitados. Porque no todo es negro. No toda va mal. No todo es muerte, injusticia y destrucción. Sí, es cierto, los que viven para hacer un mundo mejor son minoría. La inmensa mayoría está compuesta por una masa amorfa, cobarde y aborregada. Y en el extremo opuesto tenemos a los malos, que son pocos pero perfectamente organizados. Eso explica que esté todo patas arriba. Pero los buenos, esa pequeña parte de la humanidad que merece tal denominación, ahí siguen abriendo vías en la escombrera en que hemos convertido gran parte de este planeta, para llegar al caído, al abandonado, al desamparado, al aplastado, al despreciado y devolverles la dignidad y la esperanza.

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