Como poco a poco nos invaden los términos anglosajones, nuestra vieja costumbre de la llamada postal de Navidad, la hemos sustituido por el término christmas, que significa Misa de Cristo.
Pero hoy, ya casi en vísperas de las fiestas tradicionales que tanto nos mueven el corazón y hasta nos emocionan, bien por los aún asistentes o en recuerdo de los que se alejaron de nuestro alrededor de una manera u otra, yo quiero acordarme de las viejas y clásicas postales de Navidad que recibíamos en estas fechas, no es por nada, que eran muchas.
Recuerdo, cómo no, como dípticos que solían ser, aquella costumbre de abrirlos y ponerlos a la vista de todos -mejor a la entrada de nuestra casa-, y de esa forma permanecían en nuestro recuerdo hasta después del día de Reyes, la fecha habitual de cierre de nuestra emotiva Navidad. Luego las plegábamos y quizá las más bonitas hasta las guardábamos, porque verdaderamente algunas merecían la pena.
Llegaban muchas postales, llenábamos el mueble de la entrada, de forma que en casa recordábamos siempre la anécdota de un visitante que al ver tantas postales dijo: "¿guardáis también las del año pasado?"
Se extrañó lógicamente de aquel despliegue. Le dijimos que no, pero no obstante se dedicó a escoger y ver algunas, quizá para verificar su autenticidad.
¡Qué tiempos aquellos! Hoy nos llegan media docena y nos parece un milagro.
Eso sí, a cambio nos llegan correos por internet, whattsapp a barullo, simpáticos, chistosos y muchos hasta por triplicado.
Ya conocen de quién recibí la primera postal-díptico, del Presidente de La Montera, José Miranda, con el detalle de las extraordinarias fiestas de Navidad que se avecinan, casi justo antes de su fallecimiento. Lo que él hubiese disfrutado de la cena de Nochevieja y cerrado con ese entusiasmo el año 2015.
Como lógicamente no puedo enviar a los pocos o muchos lectores de mis líneas mi postal de Navidad, les hago seguir un christmas hecho por María Alonso, deseándoles una Feliz Navidad con los suyos.
