La dura crisis se afrontó estoicamente con dos dichos: "Que no nos pase na" y "Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy". Eran deseos de supervivencia. Pero cuando el horizonte comienza a despejar, o al menos eso parece, se afronta 2016 con renovadas peticiones. Ya no sirve sólo resistir. Hay que iniciar la remontada. Las Cuencas, en particular, y Asturias, en general, están sumidas en una atonía que las empuja por un despeñadero sin final. Los ajustes económicos, la falta de iniciativa gubernamental y la parálisis política obligan a los ciudadanos a buscarse las lentejas y cocinarlas en sus propios fogones. Es una lección aprendida. Del monocultivo público pasamos a la variedad privada. Ahí están los hosteleros y comerciantes que fomentan actividades para promocionar sus negocios. O los maderistas del Caudal agrupados para aprovechar los montes. Ya no sirve con quedarnos como estábamos, Virgencita, Virgencita.