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Vistas al mar

El bazar de las sorpresas

"Historia de Mieres. Un recorrido por la historia reciente de la villa", un libro de José Antonio Vega Álvarez

Aunque nada tiene que ver con el título con el que se conoció en España una de las mas famosas películas de Ernst Lubitsch -estrenada en 1940-, tras haber leído las 419 páginas de que consta la "Historia de Mieres" que acaba de publicar José Antonio Vega Álvarez creo que también resulta adecuado para condensar, en una sola frase, el jugoso y sorprendente producto del trabajo de investigación acometido por su autor.

José Antonio Vega se zambulle en internet con la misma avidez y alegría que lo hace un niño feliz en el mar en su primer día de vacaciones; bucea magistralmente en las hemerotecas, revisa textos, libros y revistas, e incluso intenta confirmar con informaciones verbales de testigos que él estima fidedignos los datos que ha obtenido sabe Dios dónde, pero que carecen de un soporte probatorio documental, y así va componiendo un magnífico mosaico que ensambla con cariño y que ha titulado, simplemente, "Historia de Mieres".

El valor histórico de lo cotidiano.

Para entender el pasado de una ciudad no basta con conocer los acontecimientos más destacados de su historia oficial, los nombres de sus hijos más brillantes o la incidencia de los vendavales de la economía mundial y nacional en su desarrollo o decadencia. Bien conocidas son las circunstancias del nacimiento de Hunosa, la creación de Uninsa en Gijón y la consiguiente desaparición de Fábrica de Mieres, así como las consecuencias aún no finalizadas del proceso de reconversión industrial y del agotamiento del viejo modelo económico que sustentó la riqueza y el crecimiento de la pujante población que ocupó la otrora fértil y bucólica vega junto al río Caudal: de todo ello derivó un forzado y largo éxodo de población hacia la nueva factoría próxima al mar Cantábrico, y que muchas casas de Mieres se fueran quedando vacías y los negocios que una vez fueron prósperos empezaran a decaer -y muchos de ellos a cerrar- por la disminución de clientela que provocó el despoblamiento. Pero todo lo que antecede no son más que hechos, números y estadísticas que se limitan a reflejar el exterior, la "cáscara" del proceso que alteró la vida de las decenas de miles de personas que residían en el concejo?

¿Cómo era la vida en Mieres antes de que se iniciara el declive? La respuesta la proporciona indirectamente José Antonio Vega con su obra de investigación. A través de ella sabemos cómo eran las tabernas, chigres y mesones que la población masculina visitaba cotidianamente; en qué bailes y "cinematógrafos" consumía sus horas semanales de ocio la abundante juventud que entonces recorría las calles; cómo eran las tiendas, las fondas y las pensiones; las fiestas populares, civiles y religiosas; de que manera se organizaba la enseñanza, se acordaba instalar o mejorar los lavaderos públicos y se publicaban ordenanzas mas o menos pintorescas con el fin de favorecer la salubridad ciudadana. De esa sencilla manera, el lector va conociendo la red urbana en que se movía la población de un concejo que llegó a superar los setenta mil habitantes, y puede obtener -por lógica deducción- unas conclusiones bastante próximas a la realidad acerca de cómo se vivía en aquellos años, y hasta de cuales podrían ser las principales inquietudes de los mierenses de antaño, labor de análisis que corresponde íntegramente al lector, a quien José Antonio facilita una información fiable en lo esencial y de primera mano, a veces acompañada de breves explicaciones o extendiéndose mas en otros casos, bien por disponer de fuentes documentales mas amplias, bien por haber considerado que el asunto concreto no se podía despachar solo con unas cuantas líneas.

Mieres, de norte a sur. La "Historia de Mieres" de José Antonio Vega no es una narración literaria: se trata de un libro de consulta que se puede comenzar a leer por cualquier página. Él la ha estructurado comenzando a recopilar datos de toda índole referidos a La Peña, para ir desplazándose luego hacia el sur de la población y concluir en Bazuelo, dirigiendo luego la línea de investigación hacia "Camposagrado" o sea, a la actual calle de Manuel Llaneza, y a los medios de comunicación escrita -algunos de efímera existencia- que se editaron en el concejo. Al lado de varios epígrafes incluye expresivas fotografías en blanco y negro que permiten conocer mejor cómo eran los escaparates de las tiendas, de que manera interferían la circulación en el casco urbano los diversos pasos a nivel de ferrocarriles mineros y de "El Vasco", de los que las jóvenes generaciones no han visto el menor resto o vestigio, y también fotografías de anuncios que seguramente extrajo de los diarios o semanarios de la época y que resultan muy expresivos porque revelan no solo la importancia del comercio en el concejo de Mieres sino también el efecto multiplicador de la economía que tienen las grandes empresas como fue Fábrica de Mieres.

A José Antonio le preocupa la incidencia que pueda tener en su trabajo investigador su poca habilidad a la hora de colocar puntos y comas en cada frase o párrafo, y es cierto que la disposición de las mismas no siempre se ajusta a la ortodoxia, pues aparecen en los lugares más insospechados; pero en realidad se trata de un defecto muy menor, que incluso podría decirse que aporta un agradable toque "naïf" a la redacción, pero que no empaña -en absoluto- la calidad final del producto ni desvirtúa su labor indagadora del pasado.

Entre la nostalgia y la memoria.

A un lector nacido en las décadas de los años cuarenta y cincuenta o antes, no es descartable que la lectura de esta "Historia de Mieres" pueda despertarle recuerdos que andaban perdidos en su memoria, y que experimente la agridulce sensación que suele provocar toda vuelta atrás en su historia personal, al viajar a aquel tiempo pasado que no siempre fue mejor, aunque algunos se empeñen en creer que sí lo fue. Pero al lado de la inevitable nostalgia también está la alegría de recuperar aquello que sí se había olvidado absolutamente y que, gracias al trabajo de José Antonio Vega, revive o renace en un libro al que se podrá acudir mil veces sin llegar a agotar todas las informaciones que en el mismo se encuentran. ¿Cómo se llamaba aquella tienda? ¿Quién o quienes eran los dueños? ¿Cuando se cerró? ¿Cómo eran las fiestas de "El Carmen" hace setenta años? ¿Cómo se organizaban los ateneos, los cuadros artísticos??. Y para el lector de menos de cincuenta años será muy ilustrativo saber que había una magnífica bolera en el "Bar Julio" (antes "Casa Lebrel"), próxima al actual y moderno hotel que ocupa el espacio donde estuvo la "Farmacia Laulate", en Oñón; que D. Luis Fernández Cabeza fue mucho mas que el nombre de una céntrica calle; que el "Café Chus", frente a la iglesia de San Juan Bautista, estaba casi siempre lleno de clientes, de humo y de aroma de café, y que había un taxista, Tomás, al que se podía localizar fácilmente allí; que las mejores palmas para el domingo de Ramos se compraban en el "Bazar El Pilar", junto al mercado de abastos; y que hubo una fiesta religiosa famosa mucho tiempo atrás, la de Santa Germana, que se celebraba en el monte y que, tras haber quedado olvidada, se quiso revitalizar, habiendo tenido personalmente la suerte de conocerla en medio de aquel intento que acabó fracasando, subiendo al monte cogido de la mano de mi abuelo materno, aunque no me tocara -¡gracias a Dios!- ninguno de los corderitos que se rifaban al acabar la misa, porque nunca hubiera sospechado cual sería el destino final que esperaba a aquellos premios de cuatro patas?

Todo eso y mucho mas está en el libro de José Antonio, al que me atreví a calificar al principio como un verdadero bazar lleno de sorpresas en cada página, pues en él se puede encontrar los objetos mas variopintos, y ninguno de los que lo visiten saldrá descontento, porque siempre acabará tropezando con algún hallazgo interesante.

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