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Dando la lata

Malas noticias

El análisis del impacto de la economía internacional en la crisis de España

Vamos a ver: hasta hace bien poco, la recuperación económica de Europa y, por tanto, de España, se veía complicada por la exuberancia industrial y comercial china, contra la que no había nada que hacer en términos de competitividad, y por el altísimo precio del petróleo. Hoy, cuando las bolsas chinas se vienen abajo como consecuencia del desinflado de la tremenda burbuja económica del gigante asiático y el precio del petróleo ha caído en picado, también se complica nuestra salida del hoyo. Si es que no hay manera, oiga. Parece como si no existiera un viento favorable que nos impulse, sople de donde sople. Si China va bien, nosotros mal por culpa de los chinos. Si China va mal, nosotros también por culpa de los chinos. Si sube el petróleo, malo. Si baja, igualmente malo. Maldita sea, no entiendo nada.

Y el IBEX 35 se desploma porque lo hacen las bolsas chinas. Y porque el crudo está demasiado barato. Pero es que hace tres o cuatro años, las circunstancias opuestas, o sea, la prosperidad china y el petróleo a precio prohibitivo, también explicaban que la bolsa española cayera.

En resumidas cuentas, pase lo que pase en el panorama económico internacional, nosotros lo tenemos chungo. Pues vaya, no comprendo el motivo de que prestemos tanta atención a lo que pasa por ahí fuera si, sea como sea, siempre nos afecta negativamente.

Y es que necesitamos, tras una travesía del desierto que ya va para ocho años, comenzar a escuchar buenas noticias de un modo sostenido. Que los números generales vayan retornando al negro, que se consolide la dinamización del mercado laboral, que la inmensa bolsa de pobreza mengüe, que sintamos que el país recobra la compostura y funciona. Que ya va siendo hora. Sin embargo, te llevas la desagradable sorpresa de enterarte de que, vaya calamidad, las condiciones internacionales, aunque cambien radicalmente, son siempre adversas, lo que hace peligrar la recuperación de España. Si es que, la verdad, lo mejor es desenchufarse y evitar la información económica. Y más aún, su explicación. Porque afeitarse cada mañana oyendo la radio es un suplicio. Y es que no nos dan una noticia agradable ni en broma.

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