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Ecuaciones y números electorales

Los problemas para formar gobierno en España y las amenazas catalanistas

Llevan una temporada sus señorías, y por ende los partidos que los sustentan, enfrascados en reciclarse en aritmética básica, con vuelta a la Enciclopedia Álvarez, para tratar de cuadrar la situación sobrevenida desde las últimas elecciones. Lo malo es que no sirve una sola suma, sino que la operación anda ahora entre álgebra y ecuaciones complicadas. Por el filo de la navaja se está moviendo el tinglado, y lo que hoy parece claro, mañana se convierte en negros nubarrones.

El tema de Cataluña cada vez emponzoña más la gobernabilidad del país en su conjunto, consecuencia de los polvos que los distintos gobiernos de la nación fueron acumulando y que han provocado estos lodos. Parece que llegó el momento de coger el toro por los cuernos, metiendo mano de una dichosa vez a tanta chulería y constantes provocaciones. La Constitución tiene un artículo rotundo en este aspecto, el que no lo sepa que lo repase.

Por otro lado, resulta paradójico que con excesiva frecuencia existan minorías con las llaves de la gobernabilidad en muchos sitios. Fallo clamoroso de una democracia a todas luces imperfecta, que necesita con urgencia un lavado de cara a fondo que la adecue a los tiempos actuales y mucho más con las maniobras que a diario se observan.

El lobo -esta vez de verdad- ya entró por los Pirineos y parece que para quedarse, y mientras tanto por el resto del país se siguen entreteniendo a jugar a matemáticas, aunque algunos no sepan distinguir los números. Difícil va a resultar de resolver esta ecuación que tienen sobre la mesa, dado que cada cual intenta imponer sus reglas o propios intereses sobre los del resto, por que el conocido dicho de "a río revuelto ganancia de pescadores" bien podría aplicarse a catalanes, vascos, o hasta gallegos.

Mientras por nuestra Asturias seguimos a verlas venir, no hace falta apostillar que la cosa está fea, muy fea. Y como, además, entre toda la tropa que maneja el cotarro no existe ningún Einstein que resuelva la ecuación, pues a rezar, el que crea.

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