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Dando la lata

Recuerdos

El Tigre de Tuilla recuerda lo que recuerda. Dicen los forenses que, además de estar tristísimo y desmejorado, ha olvidado quienes son el Rey y Rajoy. Que igual es una suerte. Pero, en fin, a lo que vamos: que se acuerda de Javier Fernández. Traguemos saliva. Y es que creo que, en su situación, me pasaría lo mismo. Es más, ya me ocurre. Porque se me pueden despistar unos cuantos, gente que va y viene, que pasan por mi vida sin dejar una impronta relevante. Pero, por ejemplo, me acuerdo de todos los que me deben dinero con una precisión absoluta. Y sus cuentas, memorizadas al céntimo. Es lo que hace tenerlos constantemente presentes en mis pensamientos. Aunque te dé un tantarantán de esos que te dejan medio lelo, los recuerdos esenciales aguantan el meneo sin borrarse. Porque el cerebro humano necesita nombres y caras sobre las que descargar los ataques de odio. Y aunque se te haya chamuscado una buena parte, el recuerdo de todos esos que te deben pasta y favores, a los que desearías retorcer el pescuezo, es indeleble. Seguro que en la sesera de Villa se mantienen grabados los nombres que componen la formidable colección de sujetos que son lo que son gracias a él y que hoy hacen como si no lo conocieran de nada. Porque, de no haber sido por él, impensable, imposible haber llegado a sentarse en tales poltronas, ni vivir como viven. Pero hay mucho revanchista indignado con el desmemorie selectivo de Villa. Y gritan e insultan como se hace con los futbolistas que se tiran al suelo como si los hubieran matado cuando, en realidad, es puro cuento. Pero yo le entiendo: un cerebro viejo y fatigado reduce sus funciones al mínimo. Y el mundo se va limitando a las imágenes del Panorama Regional y los informativos de la TPA, donde aún aparecen los contactos que se conservan en su gastada agenda. Por eso recuerda a unos y olvidó al resto. Para desgracia de los primeros. El objetivo final es lograr una declaración de inimputabilidad que restituya a Villa en su eterna condición de "intocable". Una condición que parece haber heredado la mayoría de su amplia descendencia política y sindical. Una descendencia, por cierto, que también manifiesta graves trastornos de memoria.

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