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Desde mi Mieres del Camino

La imborrable huella de Mario Martínez

La figura del impulsor y primer presidente de la Unión de Comerciantes del Caudal

La villa de Mieres acaba de despedir, con el lógico pesar y emoción, a la figura de Mario Martínez, fallecido recientemente, y propietario en su día del establecimiento textil de "La Casa de Todos", una institución en el sector. Con 93 años vividos a golpe de trabajo, de dedicación, tanto a su actividad profesional como a los movimientos asociativos afines, más el lógico descanso tras la jubilación, su ausencia definitiva deja tras de si un vacío difícil, por no decir imposible, de llenar. Su vida deja una huella imborrable.

Mario Martínez García fue, para Mieres y sobre todo para el sector al que pertenecía, algo más que un comerciante, pudiendo situarlo como el impulsor de un movimiento reivindicativo, tanto de actualización como de defensa de los distintos sectores comerciales del concejo y la comarca. Su inquietud y constancia por la defensa de unos derechos legítimos, a nivel de colectividad, le llevaron, aunando esfuerzos con un equipo de colaboradores, a crear, con todas las de la ley, la Unión de Comerciantes del Caudal que, en un principio, aparte de Mieres, reunía también a colectivos de Lena, Aller y Morcín. Fue pues su primer presidente, acompañado en la secretaría por Jesús Suárez, de Sastrería Suárez en Turón, siendo tesorero Manuel Velázquez de Tejidos la Mina y un grupo de vocales entre los que destacaron Luis Tejón de Camisería Lis, Esteban y José María de Bazar San Miguel, Bienvenido de Calzados El Caballito, Virgilio del establecimiento El Maizal, María Luis G. Parada de Librería Mercantil y algún componente más que involuntariamente puede quedarse en el tintero.

Como objetivo primordial del colectivo se puede señalar la defensa y mejora del comercio en general, buscando toda una actualización de los modernos sistemas de profesionalismo y competitividad, así como la búsqueda de una imagen renovada que, a través de una mayor atención al público, permitiese establecer normas de comportamiento y sistema de asociación para determinados suministros que compitiesen, principalmente, con la capital del Principado.

Siguiendo una línea indispensable de colaboración, Mario Martínez, al frente de la Unión de Comerciantes del Caudal, buscó el contacto orientativo de la asociación homónima de Gijón, desde la que recibieron los primeros apoyos en forma de traslado de experiencias muy aprovechables. También contó, desde sus comienzos, con el apoyo de la Cámara de Comercio de Oviedo, recibiendo ayuda y asesoramiento para establecer un calendario de cursos sobre marketing y gestión comercial que abarcaban incluso la planificación de compras comunes por sectores. En el haber del grupo está la adquisición de un piso en la calle La Pista, como sede social, cuya financiación se hizo a través de una especie de banco particular con bonos que aportaba los socios y que posteriormente fueron recuperados.

La puesta en marcha de este movimiento caló hondo en el campo de acción, principalmente del concejo mierense, con la incorporación, en calidad de socios, de la mayoría de los comerciantes del entorno, ya que existía terreno abonado para su puesta en marcha, tanto con vistas a una especialización, como en plan reivindicativo, asunto este que también adquirió protagonismo. Así fue como la Unión de Comerciantes entró de lleno en uno de los proyectos más ilusionantes nacidos en Mieres a principio de la década de los ochenta en plena sintonía con el propio Ayuntamiento.

Siguiendo una idea concebida por uno de los ediles municipales de la nueva era democrática, concretamente el comunista Agustín Casado, concejal de Cultura, la Unión asumió el papel de motor del proyecto de lo que muy pronto sería, de principio, la Feria de la Industria y el Comercio, a lo que posteriormente se uniría el sector minero. Fue en 1981 cuando las instalaciones ya vacías de la antigua Escuela de Capataces, en plena calle hoy denominada de Manuel Llaneza, se celebró la primera edición de este nuevo escaparate de la realidad industrial y comercial de la zona, donde aún se movían los últimos resortes de la recordada Fábrica de Mieres y otras industrias de cierta envergadura. Con ellas, a la primera convocatoria, acudió una, si se quiere modesta, pero significativa representación del comercio local. Le siguió una larga etapa de vigencia ascendente, con ribetes espectaculares que adquirió categoría interprovincial con ecos llamativos allende fronteras asturianas, hasta que, poco a poco el presente y futuro de la Feria fue decayendo, tanto por la crisis personal de la zona, al detectarse el declive de la industria y posteriormente la minería, como por la falta de adaptación a las nuevas y más llamativas tendencias tecnológicas, hasta que, hace cosa de tres años, el gobierno de Izquierda Unida, instalado en el Consistorio, decidió cerrar sus puertas bajo la premisa de estudiar nuevas formas de actualización que hiciesen posible una recuperación alentadora, algo que, por el momento, parece encontrarse en vía muerta. A tales alturas la Unión de comerciantes había quedado prácticamente desenganchada, incluso con determinados lances de tensión con la organización del certamen, aunque posteriormente volvió al redil demostrando claros deseos de mantener la colaboración.

Esta plataforma, mientras estuvo liderada por Mario Martínez, mantuvo una línea de acción, incluso con una buena carga reivindicativa. Señalada fue su defensa a favor de los derechos del comercio, ante la competencia que le hacía el mercadillo semanal de los domingos, con el comercio local cerrado. Se llegó hasta el límite de esa actitud con presiones y anuncios de huelga general del sector.

No sería de recibo ignorar el papel que la Unión de Comerciantes jugó a favor del planteamiento de impedir que las últimas estructuras productivas de Fábrica de Mieres se fueran definitivamente de este suelo, formando parte de la conocida Plataforma Ciudadana que, con el entonces comité de empresa al frente, cuyo primer secretario fue el también conocido mierense Manuel Fernández Pello, buscaba alcanzar serias y justas compensaciones de actividad y puestos de trabajo como alternativa a la desaparición definitiva de la actividad siderometalúrgica de la zona.

Mario Martínez cedió el bastón de la presidencia, en torno a finales de los ochenta, con motivo de su jubilación profesional, pasando esta responsabilidad a manos de José María Fernández. Poco a poco la presencia activa de la Unión en Mieres fue languideciendo hasta producirse posteriormente un parón, dando paso posteriormente a un proceso de recuperación y tomando las riendas de su quehacer la actual presidenta Loli Olavarrieta, ya con una nueva concepción de sus principios.

El fundador y primer presidente durante el periodo de mayor empuje, Mario Martínez, siguió, ya con su condición de jubilado, formando parte de la sociedad mierense. Su marca, como hombre conciliador a todas luces, a través de la palabra, pero enérgico a la hora de establecer y defender los fines del colectivo comercial, quedan ahora como huella inequívoca, de cara al futuro histórico de este pueblo en calidad de rasgos de su personalidad y la condición de su imagen siempre dispuesta al diálogo y con el pensamiento permanente puesto en el objetivo de la defensa de los intereses de la colectividad en el ámbito de este concejo. Descanse en paz.

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