A la minería no le acompaña la suerte. El denostado sector, que en estos tiempos de erial laboral aún emplea a un puñado de miles de trabajadores, apenas encuentra a alguien que lo quiera. El PP se ha comportado como una de las novias del refrán: prometer hasta votar, y después de votado nada de lo prometido. Los socialistas, que firmaron en Bruselas la fecha de liquidación en 2018, como novios arrepentidos del despecho, enarbolan ahora con agitación la bandera del carbón y rescatan el concepto de la "reserva estratégica" como solución europea. Podemos, adornada como la joven política, ni siquiera se arrima al cortejo. En su documento para el pacto de gobierno con el PSOE o para la convocatoria de nuevas elecciones generales proclama el cierre de las térmicas de carbón y el de la minería española como consecuencia. Casi abandonadas, podría gritarse aquello de disparen sobre las minas, que ya no queda nadie dentro.
