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Velando el fuego

Democratizar la cultura

La visita a Ciaño del presidente de Wikipedia en España y la necesidad de saber aprovechar los frutos de la lectura y comprender así mejor la vida

A buen seguro que si hiciéramos una encuesta sobre lo que cada cual entiende como cultura, nos encontraríamos con respuestas variadas, distintas entre sí, y, sobre todo, en algunos casos, bastante divergentes y llenas de complejidad. Nada extraño, por cierto, cuando sabemos que el concepto del que tratamos es sumamente frondoso y lleno de dificultades como para poder abarcarlo con una sola mirada. Como muestra, podríamos citar innumerables referencias, hechas por expertos en la materia, de todos los tiempos, que nos indican las dificultades de una travesía que, a lo largo de la Historia -el hecho cultural se expresa de manera bien distinta dependiendo de las latitudes en las que nos encontremos-, se ha prestado a múltiples interpretaciones.

Por ello, cuando he leído en LA NUEVA ESPAÑA de hace unos días las declaraciones del vicepresidente de Wikipedia España, entidad responsable de la enciclopedia virtual, con motivo de la charla que dio en Ciaño: "Wikipedia ha democratizado la cultura acercándola a la gente", no pude menos de preguntarme sobre el alcance de sus palabras, y, más en concreto, sobre si el conocimiento de un árbol implica también percibir la extensión de sus ramas. O, por decirlo con otras palabras, si información y saber están unidos por el mismo puente.

Nada tengo en contra sobre ese esfuerzo por crear una gran enciclopedia gratis, libre y accesible para todos. Más bien, al contrario, creo que se trata de una tarea importante que, además, está guiada por un espíritu colaborativo -personas normales que tienen interés en un tema determinado e investigan sobre ello- que es de agradecer. Y, por si no fuera suficiente, somos muchos miles y millones las personas que nos hemos beneficiado, en distintos momentos, de la información acumulada en sus páginas.

Ahora bien, dicho esto, creo que democratizar la cultura no consiste sólo en poner una buena biblioteca al alcance de los posibles lectores, como pudiera suceder con alguien que prestara la suya a quienes estuvieran interesados en internarse entre sus renglones. Parece obvio referirse a la importancia de un extraordinario alimento como es la lectura, pero, del mismo modo, parece también de vital importancia saber aprovechar sus frutos: el provecho no está en proporción de lo que se come, sino de lo que se digiere. Por ello, lo más importante del viaje de la lectura no es, precisamente, acumular kilómetros por escenarios mágicos, dando la vuelta al mundo en ochenta días acompañados por Julio Verne; sumergirse en el fondo del océano, a bordo del Nautilus, del brazo del misterioso Capitán Nemo; o asomarse al balcón para aguardar el regreso de las oscuras golondrinas de Bécquer, sino ser capaces de volver a encontrar la vida en los libros y, por tanto, conseguir así comprenderla mejor.

De todos modos, es de agradecer el esfuerzo de una herramienta como Wikipedia que, en cierto modo, y merced a la contribución que pueden hacer los ciudadanos para agrandar los temas de la enciclopedia, consigue que, en algunos casos, se pase de la condición de espectadores a público actores, y, por tanto, se pueda participar en la creación y acción cultural. Otra cosa sea que también las administraciones públicas compartan responsabilidades, fomentando el pluralismo y la interculturalidad. Pero, sobre esto, me parece que, de momento, quizás sea más conveniente pasar página.

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