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Dando la lata

La estructura inalterada

El libro "Villamocho" y la ley del silencio que imperó en las Cuencas

Tras terminar de leer el "Villamocho" de Antón Saavedra llego a la conclusión de que con que sólo un 20 % del relato fuera cierto, en un lugar decente habría motivo suficiente para sacudir la mayor parte de la estructura de poder en Asturias. Y si lo que se cuenta en ese libro es falso, no sé a qué espera la multitud de aludidos para actuar en defensa de sus buenos nombres. Más o menos, los que algo queríamos saber, algo sabíamos. Y los que prefirieron cerrar los ojos a cambio de algún empujoncillo también lo sabían. Lo que Saavedra hace es ponerlo negro sobre blanco, con nombres y apellidos -algo muy poco común en esta tierra con fama de gente que va de frente y que dice lo que tiene que decir a la cara-. Aquí, durante cuarenta años se estiló el "ver, oír y callar", tiempo en el que sobre Villa y sus muchachos sólo se cuchicheaba. Recuerdo cuando volví en el año 94 lo mucho que me impactó esa ley del silencio, la sumisión incondicional a la voluntad del SOMA, el miedo a hablar. Y cuántas veces me advirtieron del riesgo que corría al manifestar mi oposición a aquel asfixiante régimen absolutista. Porque hay que ver la de vecinos que al oído me aseguraban estar radicalmente en contra del infame Villa pero que jamás movieron un músculo para que las cosas cambiaran. De hecho, Saavedra era un apestado, prácticamente un muerto en vida, un kamikaze desarmado contra el portaaviones del SOMA. Y, para colmo de rareza, una voz crítica dentro de las cuencas mineras, una voz a la que se puso todo tipo de trabas para ser escuchada. Y varias décadas después, miren ustedes lo que pasó; dónde y cómo acabaron unos y otros.

Sin embargo, como sucedió con los herederos del franquismo, la estructura de poder surgida del villismo ahí sigue, ocupando sillones muy preferentes en los ámbitos político, financiero y empresarial. Y sin visos de renovación, por cierto. Cayó el tirano, pero la colección de acólitos se mantiene en los puestos claves de esta autonomía.

Es curioso: con el ídolo ya abatido me da la impresión de que los pocos valientes que se enfrentaron a él continúan estando tan solos como entonces.

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