PSOE y Ciudadanos firman un pacto que nos aboca a unas nuevas elecciones generales, cuando su intención era facilitar la investidura de Pedro Sánchez como presidente y la formación de Gobierno. ¿O no? Es curiosa la política y hasta caprichosa, si en realidad no hubiese una intencionalidad en cada una de sus decisiones. ¿Hasta qué punto no es la convocatoria electoral el objetivo final del acuerdo? ¿No será la versión española de la gran coalición alemana de demócrata-cristianos y socialdemócratas? PSOE y Ciudadanos dejan su tarjeta de buenos propósitos ante las urnas de junio. El partido de Albert Rivera se presenta como una derecha aseada, lejos de las manchas de corrupción del PP. Los socialistas fijan distancia sobre Podemos, al que presentan como un partido intransigente. El objetivo sería sumar el 26 de junio los votos suficientes para poder escenificar de verdad el pacto ahora sellado. ¿Política ficción?
