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El puente

Doble adiós

En recuerdo de Marisa Suárez Escandón y de José Luis Ortiz

Marisa Suárez Escandón fue una mujer comprometida con los tiempos en los que vivió. Amiga de la justicia, de la libertad, de la democracia, de la solidaridad y de la cultura. Valiente para luchar con su minusvalía física, y fuerte para superarse.

Farmacéutica de profesión y lectora por vocación, Marisa abría su pequeño y coqueto despacho a sus amigos, donde hablábamos de libros y literatos, de los medios informativos, de los problemas sociales y de la situación política. ¡De la vida, en suma!

Formó parte , junto a Eugenio Torrecilla, José Luis Ortiz, Cesáreo González, y yo mismo, del grupo fundacional de la Tertulia Literaria, por lo que no era extraño que coincidiéramos en valorar el estilo analítico y profundo de sus opiniones. Marisa daba la impresión de ser una persona fría, pero quien quiso profundizar supo, de inmediato, que aquella frialdad no era otra cosa que su modo científico de ver la vida. Entre análisis y apasionamiento, optó siempre por lo primero.

Ocupó un cargo en la Directiva del Centro de Iniciativas del Valle del Nalón. En lo político, en un tiempo, Izquierda Democrática, de Joaquín Ruíz Jiménez, le hizo tilín

El oficiante de su funeral apuntó un detalle que me era desconocido: su dedicación activa a Cáritas. Durante la misa, no dejé de verla viva y de sentir el lacerante dolor que siempre deja la muerte de una amistad querida.

Tras este punto marqué el número de José Luis Ortiz al que, por vivir muy lejos, daba por hecho que nada sabía. Y como si de la trama de una novela truculenta se tratara su esposa me anunció que José Luis había fallecido el 2 de junio pasado...

El maldito 29 de febrero suponía la doble pérdida de dos excelente amigos. José Luis lo fue por igual cuando siendo párroco en Sama de Langreo, nos embebía en sus magistrales homilías, como cuando se secularizó, contrajo matrimonio y se fue a vivir al sur.

José Luis era un lector tan atento como cordial, un espíritu gozador y comunicador de la buena literatura Y recuerdo a ambos cuando desentrañamos la gran parábola que Camus nos ofreció en "La Peste". José Luis poseía lo mejor de la identidad de dos de aquellos personajes camusianos: Paneloux y Rieux.

Como sacerdote vivió en aquella iglesia de la cerrazón, del codo a codo con el poder, pero ejerció su magisterio, como si ya entonces la iglesia fuese la que el Papa Francisco quiere ahora recobrar: el cristianismo de Jesús.

Lloro la muerte de dos excelentes amigos, de dos hermanos en el amor por la lectura y a ellos les rindo, mi tributo de reconocimiento y toda mi solidaridad cristiana para sus familias.

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