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Contaminación mercurial en Asturias

Consideraciones sobre los problemas ambientales que dejó la minería y la metalurgia del mercurio en Mieres y Lena

La lectura del artículo "El desastre ambiental de Mieres" publicado en LA NUEVA ESPAÑA el pasado domingo 21 de febrero me hizo recordar un libro que publicamos en 2006 mi buen amigo Carlos Luque y yo mismo, titulado "La minería del mercurio en Asturias", en el que ya indicábamos el acusado quebranto que dejaron las minas metalíferas ubicadas, especialmente, en los concejos asturianos de Mieres y Lena.

Desde el laboreo y el consiguiente tratamiento de este tipo menas ha existido una palpable inquietud popular dadas las secuelas que se derivaban de los mismos. Además de los daños humanos ocurridos por hidrargirismo, las prácticas mercuriales produjeron diferentes perjuicios en el perímetro de las explotaciones, entre los que cabe resaltar los siguientes: acumulación de estériles nocivos en escombreras, degradación de los suelos, merma en la calidad de las aguas, menoscabo de la biodiversidad, delatadores impactos visuales, etc.

El asunto radica en que esta actividad benefició minerales con altos contenidos de mercurio y arsénico que, como es sabido, producen efectos perjudiciales en la salud. Su toxicidad aumenta considerablemente cuando operan sobre los componentes naturales procesos de metilación bacteriana (es decir, la adición de un grupo CH3 -metilo-), incrementando las posibilidades de envenenamiento. Con la transformación del elemento original aparecen una serie de compuestos inorgánicos (por ejemplo, cloruro mercurioso o trióxido de arsénico) y orgánicos (entre los que se incluyen compuestos extremadamente tóxicos, como el metilmercurio o el dimetilarseniato). Con el metilmercurio se cometieron graves despropósitos a escala global, al ser usado como fungicida en el tratamiento de semillas y granos, ocasionando su ingestión defectos congénitos en aves; igualmente, el consumo de pescados y mariscos impurificados con este compuesto produjo en los años 50 la enfermedad denominada Minamata (bautizada así por haberse producido en esa localidad del suroeste de Japón).

Volviendo al caso que nos ocupa, los dos ámbitos asturianos con mayores índices contaminantes son el entorno de El Terronal-La Peña (Mieres) y La Soterraña-Muñón Cimero (Lena), donde se hallan elevadas cuantías de mercurio y arsénico, tanto en suelos como en agua, vegetación y aire. Hay que subrayar la sobresaliente labor de investigación llevada a cabo por el Departamento de Explotación y Prospección de Minas de la Universidad de Oviedo, realizando rigurosos trabajos científicos al respecto.

El deterioro de los suelos se concentra en la proximidad de las escombreras o de las antiguas conducciones de gas de las plantas metalúrgicas. Aunque ya por los años 60 y 70 se reconocieron valores medios importantes en los mentados elementos, la continuidad de las labores mineras durante un tiempo tan dilatado incrementó de manera notable -hasta cien veces el nivel de referencia- las acumulaciones anormales, aumentando así la problemática ecológica. Se han determinado contenidos sustanciales de mercurio en escombreras situadas cercanas a El Terronal-La Peña (El Rucio y Los Rueldos), mientras que el arsénico es muy abundante en Los Rueldos y en La Soterraña-Muñón Cimero. Por otro lado, se han observado elevados porcentajes arsenicales en el arroyo Miñera, aguas abajo de las explotaciones de La Peña.

La polución de los vegetales fue evidenciada en los alrededores de El Terronal-La Peña. Las mayores concentraciones metálicas en la flora tienen lugar en la hierba (en particular, en el caso del arsénico), desarrollando el brezo una evidente absorción de azogue; ello confirma una sensible y preocupante dispersión de los tóxicos en el medio agrícola, incluyendo las patatas y las coles. Respecto a las especies arbóreas, cabe destacar el contenido de mercurio en los manzanos y de arsénico en los avellanos.

Se detecta, asimismo, una degradación del aire debida al mercurio en las inmediaciones de El Terronal-La Peña, la zona mejor estudiada por encontrarse cercana a la población de Mieres. Se confirma la presencia de contaminantes pasivos en la atmósfera, aun después de más de cuarenta años de inactividad industrial; su génesis se relaciona con las chimeneas de los hornos, los pozos de extracción y los residuos depositados en los vertederos. No obstante, a medida que incrementa la distancia a estos focos de emisión aminoran las cifras anómalas.

La minería del mercurio en Asturias tuvo unas indiscutibles consecuencias sobre el medio ambiente en derredor de los minados, cicatrices difíciles de corregir si no se cuenta con exhaustivas partidas presupuestarias. Es responsabilidad de las administraciones regionales tomar medidas de saneamiento, eliminando los acopios peligrosos existentes cerca de las antiguas minas, pues no se debe olvidar que sobre algunos de estos espacios altamente contaminados aún se realizan labores agrícolas y viven congéneres nuestros.

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