La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Francisco Palacios

Líneas críticas

Francisco Palacios

Una venganza demoledora

El mundo de la apariencia y la hipocresía en la novela "El baile" de Irène Némorovsky

Releo periódicamente una novela corta titulada "El baile", que fue publicada en 1930 y que se tradujo al español cuando ya habían pasado más de cincuenta años. Apenas llega a las cien páginas y está calificada como una pequeña joya literaria. Su autora es Irène Némorovsky (Kiev, 1903- Auschwitz,1942).

Némorovsky fue una víctima de los años más convulsos del siglo veinte. Pertenecía a una rica familia de banqueros ucranianos que, por ser judía, se vio hostigada en la Rusia de los zares. Después fue expropiada y perseguida por los bolcheviques, viéndose obligada a huir a Finlandia y Suecia. Hasta que por fin se instaló en Francia, donde Irène obtuvo la licenciatura de Letras en la Sorbona.

Acosada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, fue recluida en el campo de concentración de Auschwitz, donde murió en agosto de 1942. Tenía sólo 39 años. Su marido correrá la misma suerte tres meses después.

A pesar de su triste y solitaria infancia, de su resistencia a la tiranía y a la estupidez humana, ante las que fatalmente sucumbirá, Némorovsky escribió veinte novelas y una biografía del dramaturgo Antón Chejov. Y una de sus obras póstumas, "Suite francesa", de la que se hizo una excelente versión cinematográfica, está considerada como una de las mejores novelas europeas del siglo pasado.

Iréne escribió "El baile" a los 27 años. Un relato que se centra fundamentalmente en una frustrada ceremonia social. El matrimonio Kampf engalana con todo lujo de detalles el gran salón de su suntuoso piso de París para recibir a unos distinguidos invitados. Los Kampf se habían hecho millonarios en un inesperado golpe de la fortuna. Desde entonces poseían casi todo lo que el dinero podía comprar, pero les faltaba algo muy importante para ellos: el reconocimiento de la alta sociedad francesa.

Por eso los Kampf organizan un gran baile al que invitan a doscientas personas que consideran muy influyentes: "Gentes a las que desprecian y por las que son despreciados". No les importa: piensan que, si asisten al acto, afianzarían su condición de nuevos ricos.

Su hija Antoine, de catorce años, enojada por ser excluida del festejo ("te acostarás temprano, como siempre", le dice su madre), cree que ha llegado la hora de vengarse de esta humillante prohibición. Una más. Afirman muchos especialistas que la rebeldía contra los padres es un factor de primer orden para que los adolescentes afirmen su personalidad.

Antoine, "embargada por una especie de vértigo, por una necesidad salvaje de desafío y de hacer daño", impide que la fiesta se celebre mediante un espontáneo e irreprimible gesto, cuyos efectos serán demoledores para la familia. De todas formas se escenificaba la enconada oposición entre el mundo de las hipócritas e interesadas apariencias y el de la inconsciente provocación juvenil.

Aunque la venganza, "esa dulcísima pasión" para Montaigne, es el asunto principal de "El baile", a lo largo del relato también se hace una critica corrosiva, sin veladuras ni amaños, de un estamento social que Irène Némorovsky conocía muy bien. Y del que también parece vengarse en esta obra. A propósito: hace veinticinco siglos que el historiador griego Herodoto sentenciaba que, entre otras cosas, la historia era sobre todo una sucesión de venganzas.

Compartir el artículo

stats