El castillete de Venturo XXI, una de las empresas llamadas a activar la recuperación industrial, es hoy una improvisada cochera, mientras el resto de las instalaciones son pasto del abandono. La otra cara de la moneda empresarial la protagoniza Macario Fernández, no hace mucho denostado por el fracaso de Metazinco, y hoy ensalzado por el éxito de Asturiana de Laminados, en Lena. Prueba de que del fracaso se aprende y de que la constancia es uno de los ingredientes del triunfo. Muchos fueron los que llegaron a las Cuencas con ayudas y se fueron dejando deudas y un solar. Otros perseveraron en su tierra en busca del éxito. Cuenta Macario Fernández en estas páginas que su abuelo le dio la primera gran lección como empresario: le prestó 500.000 pesetas para comprar una excavadora, formando una sociedad en la que serían socios al 50 por ciento, pero sólo cuando le devolviera el dinero. Nada es gratis en la vida.
