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73 abriles

El domingo 10 de abril debía de descansar como mandan los cánones. Pero como hubo unos cuantos amigos que se acordaron de mi cumpleaños, me veo en la devoción de, al menos, contestarles y agradecerles su gran detalle.

"Langreanos en el mundo" me envía hasta una poesía, otros un abrazo ante la adversidad de las "goteras", mi familia ovetense unas maravillosas fotos de su última visita, y los aquí presentes, mujer, dos hijos, nuera y dos fabulosos nietos, me ofrecieron una mesa redonda a mediodía.

Siempre presumí de cumplir "abriles" y haber nacido el mismo día que nació mi difunto padre, el 10 de abril, pero él en el año 1900 y yo 43 años después. Solo que él se apeó en 1954, justo un 31 de diciembre. Así es la historia de cada uno y de la que se ve rodeado.

Con exactitud no recuerdo cuando comencé a escribir en LA NUEVA ESPAÑA, pero fue sobre el año 1974: ¡cuántos garabatos desde entonces! ¡muchas historias recordadas! ¡cuántos amigos agradecidos!

He rodado mucho, quizá más de lo que quise. Un colegio de monjas para ingresar en el bachillerato, un instituto, entonces sólo masculino, la Escuela de Comercio de Oviedo, el trabajo en una agencia de viajes, después en la delegación de la desaparecida Barreiros, para terminar en un banco donde pasé por nueve presidentes. Así que conocí gente como compañeros, clientes y hasta hice amigos en la pensión donde estuve cinco años. De Oviedo pasé a vivir a Sama de Langreo, después retorné a Oviedo y, en 1989, me vine para Madrid. Casi la vida de un ferroviario o, si quieren, de un militar con diferentes destinos. Y ahora, pienso, un final. Y no es por nada ni por presumir, pero el whatsApp no para, no calla el condenado, siguen saliendo las felicitaciones para éste, cada vez más vieyu. Gracias de corazón.

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