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Dando la lata

Herencia

Dice Cáritas que quien nace pobre tiene un 80% de probabilidades de vivir y morir pobre, algo que no casa bien con la igualdad de oportunidades que debería ampararnos a todos. Porque no es así. Y nunca lo ha sido. Desde el comienzo de los tiempos la cuna marca el destino de cada uno. Con sus excepciones, claro, porque conocemos casos de individuos hechos a sí mismos, que desde abajo llegaron arriba del todo. Pero la igualdad de oportunidades es una entelequia desde el instante en que las puertas se abren con dinero y contactos. El hijo de una familia acomodada tiene garantizado el acceso a la formación, por muy ceporro que sea. Desde su nacimiento nadará en aguas tranquilas y fecundas, en las que la supervivencia y la prosperidad son factibles. Y ya se verá si sabe aprovecharlo. Sin embargo, para el hijo de una familia pobre esa formación es algo parecido a la utopía y quedará condenado a nadar en las aguas más profundas y oscuras, en las que el alimento es escaso y muy codiciado. Y esto es así en el 80 % de los supuestos. Como para pensárselo. Un país en el que vivimos bajo el paraguas de una Constitución que entre otras cosas dice que España es un país social y democrático de derecho; un país de arraigada tradición cristiana en el que parece obviarse una de las bases de la fe: la igualdad de todos los seres humanos; esa igualdad que también predica una izquierda de firme implantación. Vaya, y pese a todo, a las leyes supremas, a las convicciones religiosas, al pensamiento político, aún estamos así, condenando al ciudadano a heredar la pobreza de sus antecesores.

Lo se, es un ideal, que cada nuevo ser humano venga a este mundo sin ataduras, como una auténtica hoja en blanco a partir de la cual comience a escribir su historia. Pero si los niños ricos no tienen culpa de serlo, los pobres tampoco. De ahí la imperiosa necesidad de derribar las barreras que les impiden crecer y desarrollarse de acuerdo a sus reales capacidades. Porque lo que viene a mostrar el informe presentado por Cáritas es que España, de facto, funciona de acuerdo a un sistema de castas, como la India. Y si naces paria, mueres paria.

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