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A mi aire

Efectos colaterales

Se van a cumplir cuatro meses desde el 20-D, y nuestro país tiene todas las papeletas para incorporarse a todos los registros de incompetencia, con todos los actores imbuidos en permanente esperpento, dado que pese al tiempo transcurrido no se vislumbra solución alguna.

Pero con independencia de marear la perdiz, postureos, o llegar a algún tipo de acuerdo, por parte de algunos de los que pretenden estar en la pomada del poder, o encabezarlo, existe otra cuestión -no menor- que salvo sorpresa en tiempo de descuento, al igual que en Cataluña, nos va a afectar a todos los españolitos. Una nueva convocatoria electoral, le va a costar a las arcas del Estado la friolera de 150 millones de euros, eso leo, así como que 80 millones serán destinados a los partidos: 21.167 por escaño, 0,81 por cada voto que reciban, y 0,18 por candidaturas y programas, para que atasquen los buzones.

Teniendo en cuenta, se supone, que todos han percibido ya las subvenciones del 20-D, parece poco menos que un atraco en toda regla, más cuando nos dicen que el Gobierno tendrá que pedir un crédito para cumplir, amén de la mayoría de las formaciones, que están empufadas al máximo, pero como tiran con pólvora ajena, pues tira, que libres. Puestos ya en gastos, y como todos los indicadores dicen que los resultados van a ser -con leves cambios- calco de lo anterior, pues a cobrar de nuevo, y nosotros a mantener el tinglado.

A primeros de mayo, que ya está ahí, se agota el plazo, pero lo peor resulta que a partir de esa fecha nos van a quedar casi dos meses de suplicio, con más de lo mismo Otro efecto colateral. Urge, por tanto, un cambio radical en la Ley Electoral, implantando una segunda vuelta, en que cada cual se retrate con mayor nitidez, saliendo, a la par, de situaciones como la actual.

Mientras tanto, las preocupaciones de una buena mayoría de ellos, no es otra de que va a pasar el 26-J, ya que por lo que sea, se puedan caer de la lista en puesto con derecho a premio, o no salgan elegidos, con lo cual la jugosa beca que habían obtenido para cuatro años se vaya al carajo. Por ahí van los tiros, pero la factura del todo ya se sabe quien la va a pagar. No hace falta que lo diga.

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