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"Un roce al paso"

La presentación en Ciaño del poemario de Carmen Sánchez

Este pasado viernes, en la Casa de la Buelga, se presentó este poemario de Carmen Sánchez. Acto poético organizado por "Cauce del Nalón", con la colaboración del Ayuntamiento de Langreo y LA NUEVA ESPAÑA.

"Un roce al paso", es el primer libro en solitario de la poeta Carmen Sánchez, cofundadora del grupo poético "Encadenados" y una de las activistas más conocidas del panorama cultural gijonés. Aún si pretendemos tomar distancia de los estereotipos, es muy difícil no ver en la poesía de Carmen las características que definen la llamada poesía de la experiencia: cotidianidad e inmediatez. Sus poemas brotan de una traducción sentimental, vehículo elegido como transporte colectivo donde es posible poner en práctica el lema defendido por Ángel González o Luis García Montero: "la poesía no hay que entenderla hay que sentirla".

Delicioso amanecer cuando atardece, / cuando ya se agosta el tiempo / y tú, intemporal, vuelves triunfante.

Cada verso de este poemario está calculado desde una plataforma que trata de tender puentes de afinidad con el lector, resaltar lo común de nuestras expectativas ante el dolor, el afecto, la pérdida; una imagen devuelta en espejo que la sensibilidad de la poeta acomoda entre palabras para evocar pasajes de la infancia, la memoria de sus mayores. Estos escenarios sin ser autobiográficos expresan, con altas dosis de intimidad, su visión de la realidad e involucran al lector en cada una de las imágenes que los poemas proponen.

Venas azules / vierten sus instintos / aunque ya estén / cerrados los caminos

"Un roce al paso" entona su canto a la sensualidad. Este título, heredero del poema homónimo de Luis Cernuda, con el que Carmen abre su ópera prima, tiene en el deseo su hilo conductor mientras que la sugestión es la ruta que la autora elige para trazar su particular mapa sentimental. Como ya digo en el prólogo, son pinceladas de una obra más grande. Gruesos trazos, relieve, donde los colores no asignados al sexo ni las expectativas, son los protagonistas. Porque un pájaro puede ser el pigmento largamente esperado por el lienzo en blanco de la piel alerta.

Para que no me aleje / del borde de tu almohada, / me baño cada noche / en tu deseo.

Hay un cuidado exquisito en el uso del significado de cada palabra; tacto que se extiende por el libro como objeto en sí, resaltado por tres sanguinas de Enrique Rodríguez (Kiker) en su interior más la del frontal. Tras su lectura uno llega a concluir la importancia de saberse reflejado en el otro, acompañado del otro. Una consecuencia inevitable de ese contacto es aquello que nos llevamos. Esas partículas que nos son concedidas como formas visibles de una luz ajena. Nunca volveremos a ser los de antes. Tener presente esta circunstancia debería situar en una nueva perspectiva lo común, aquello que compartimos por naturaleza o gozo. Algo de ellos se nos queda, algo que la alquimia del tiempo destila en una suerte de gratitud con la que Carmen da pátina a sus versos. Los resortes que impulsan cada poema están hondamente arraigados al día a día. Lo extraordinario de cada suceso no está en lo acontecido si no en la inclinación con que la poeta maneja la realidad. El desvío de esos grados los fuerza la lectura de un sextante acostumbrado al vaivén de lo vital, de cuanto nos nombra parte de la singladura.

Somos esferas en acción, / vidas cruzadas / en un verde remanso del camino.

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