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Dando la lata

Síntomas

Insisto en que hay indicios cada vez más evidentes de que algo no va bien. La reedición del Mein Kampf de Hitler vuelve a ser el libro más vendido en Alemania. Vale, ya sabemos que el olvido del pasado nos condena a su repetición, pero tanto interés en refrescar el pensamiento del monstruo me inquieta. Porque temo estar en lo cierto al augurar que la mezcla de crisis económica e inmigración masiva va camino de producir efectos terribles. Y es que si hay algo que me asusta más aún que el retorno a la Edad Media que promulga el islamismo radical, es la brutal reacción del hombre blanco cuando se siente atacado y alguien le señala el enemigo. Ese momento en que el civilizado europeo se quita el traje de tolerancia para vestirse de despiadado limpiador étnico. Ya sucedió y creo que volverá a suceder. Porque se están dando las condiciones ideales para ello.

Me preocupa escuchar en la radio, mientras libero tensiones por el paseo del río, que los grupos neonazis se extienden, que se están produciendo ataques a los refugios de inmigrantes, que hay zonas de Alemania en las que la tensión ya es palpable en la calle. Y la población autóctona comienza a rearmarse, empezando por lo ideológico. Después, ya saben.

Mein Kampf era el panfleto de un trastornado al que algún visionario pronosticó un ostracismo inmediato. Miren lo que vino después. Y sus consecuencias. En circunstancias normales el riesgo de caída en los extremismos violentos es bajo. Pero la conjunción de determinados factores, como los que se están dando a esta hora, favorece que salte la chispa, que la frustración y el miedo colectivos encuentren un puño con el que golpear al enemigo. Si continúa deteriorándose la calidad de vida del europeo, si los servicios básicos son cada vez peores, si crece la inquietud sobre el futuro, si sigue calando el sentimiento de que los estados están abandonando a sus ciudadanos, no nos extrañemos de que, como ya sucedió en el pasado, salga la bestia que llevamos dentro.

El corazón de la vieja Europa está manifestando unos síntomas peligrosos. Los de una enfermedad que nos avergüenza pero que mantenemos larvada en nuestro interior.

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