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Aquella mi primera opinión

En uno de mis mensuales viajes a Sama, leí en LA NUEVA ESPAÑA algo sobre los Hermanos de La Salle y su colegios de La Felguera. Yo que llevaba unos once años sin escribir en el periódico, me atreví a contar mi historia, que no era otra que la mía propia y que sólo yo sabía y conocía en su primera parte. Así lo hice y la envié a la redacción de Sama. A los pocos días fue publicada y me llamaron a Madrid para decirme que se había editado. Un tiempo después hablé por teléfono con Mario, ya entonces al frente de la edición de las Cuencas y me dijo que podía enviarle más escritos, puesto que yo conocía historias y acontecimientos de Langreo, dado mis años allí residente, casado, con familia política y viajes periódicos al Valle. Y así empecé a garabatear y hablarles a ustedes de mis cosas, de las Traviesas, del Banco de Langreo, de Casa Vaqueros, de mis amigos y, después, ir tratándome con el resto de los colaboradores, como Francisco Palacios, José Manuel Ibáñez, José Manuel García (el párroco de Barros), Marcelino González, Julio José Rodríguez Sánchez (compañero del banco) y es probable que alguno más que sin querer ha quedado en el tintero: mis disculpas.

Sólo una nota acerca de ese primer artículo, porque el colegio era de los llamados "de la iglesia" y construido, como dije, para los Hermanos de La Salle. La obra era dirigida por don Ramón Cortina Prieto, aparejador del Arzobispado. Y poco importa que alguien dude de mi verdad, pero dicha construcción me fue adjudicada a mí personalmente por teléfono, pero ejecutada por Construcciones Cavaneja, de la que fui contable en tanto estuve viviendo en Sama. Y para acabar, para que no haga muy larga esta historia, les diré que el finiquito de esta obra de La Reguera se cerró en mi casa de Oviedo, con la presencia de uno de los socios de Cavaneja y la administración del Arzobispado ovetense. No asistió don Ramón Cortina, porque afirmó que por él las cuentas estaban cerradas y correctas. Su célebre máxima era: "Los curas a decir misa".

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