A nadie le gustan los recortes. Para atrás cuesta mucho moverse, ni para tomar impulso. Miren a los partidos políticos, incapaces de ponerse de acuerdo para reducir los gastos electorales. Se calcula que las elecciones del 26 de junio costarán 130 millones a un país que debe reducir su gasto en, al menos, 10.000 millones para cumplir con la UE. A todos se les llenan las bocas con la necesidad de gastar menos, pero a la hora de la verdad les cuesta horrores meter la tijera. También se resiste Izquierda Unida de Asturias a que Podemos le recorte las posibilidades de ir en buenos puestos en las listas de su coalición. Mal negocio pactar para quedar relegado, alejado del escaño. Incluso los esquiadores se resignan con desgana ante el anuncio de que Pajares tendrá la próxima campaña un remonte menos, el cincuentenario telesilla Cueto Negro. Aunque la condición humana es reacia a los recortes, no quedará más remedio que aguantarse, aún más.
