La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Francisco Palacios

Pasado imperfecto

Francisco Palacios

Un episodio de extorsión mafiosa

La historia de Pedro García de Ladredo, escribano, regidor y juez en Langreo

No lo pudo expresar de forma más concisa el protagonista de una serie televisiva norteamericana: la corrupción no es una simple noticia, sino una clase de historia. Un fenómeno que atraviesa pueblos, gremios, estamentos sociales, idearios, sistemas políticos y organizaciones sociales. Una práctica universal de la que existen noticias desde las primeras civilizaciones urbanas. Por ejemplo, se sabe que hace más de 23 siglos altos funcionarios del Antiguo Egipto se asocian a bandidos y malhechores para lucrarse de los robos de joyas y otros objetos valiosos. Además, por el cobro de impuestos se solían cortar entonces muchas cabezas.

Salvando las distancias históricas y geográficas, hace casi cuatro siglos, tuvo lugar en Langreo un episodio de connotaciones mafiosas relacionado precisamente con los impuestos. Corrían tiempos en los que la nobleza y el clero eran los estamentos privilegiados: no pagaban impuestos, eran dueños de las tierras y acaparaban los cargos políticos. De inferior rango social eran los plebeyos o pecheros que, aunque pertenecían al grupo social más humilde, estaban obligados a pagar impuestos. Eran en su mayoría campesinos sin tierra, que ocasionalmente desempeñaban otros oficios: mercaderes, taberneros o criados. En cuanto a los hidalgos, casi siempre nobles de escaso patrimonio, estaban exentos de pagar ciertos tributos, ya que prestaban servicios militares, lo que les confería el derecho de llevar armas.

Pues bien, en el año 1621 se produce en Langreo una denuncia por corrupción ante el fiscal del Rey. En la misma se acusa a un alto funcionario de utilizar perversamente su cargo para extorsionar económicamente a varios vecinos. Un ejemplo de lo que los sociólogos llaman "autoridad esclavizante". El episodio lo describe con detalle Juan Gómez y G. de la Huelga. El denunciado es el noble Pedro García de Ladredo, escribano (notario) regidor (concejal) y juez ordinario del municipio langreano, al que culpan de maniobras abusivas para inscribir a pecheros como hidalgos con el fin de que no paguen determinados impuestos.

Asimismo, familiares de García Ladredo colaboran activamente en esta corrupción fiscal. Los delincuentes actúan "en liga y confederación" para amedrentar a todos aquellos que se les resistan. Un forma de tener sometidos a su voluntad a los vecinos del concejo. El fiscal denuncia como el citado García Ladredo, valiéndose de " primos, cuñados y otros hombres", maltrata brutalmente a un cobrador de impuestos por negarse a ser extorsionado. En un lugar céntrico de la villa de Sama, los malhechores propinan a la víctima tantos "golpes y puñetazos" y le ocasionan tantas y tan graves contusiones que a punto están de matarlo. Y le advierten de que por algo parecido ya habían matado a otro cobrador: sin duda una profesión muy peligrosa.

Los facinerosos "andan en cuadrilla armados con lanzas y venablos", sembrando el pánico en todo el municipio. Y a los que Ladredo había conseguido inscribir como hidalgos sin serlo, les reclama que le entreguen "bueyes, vacas, dineros y otros regalos" para que se mantenga el fraude fiscal y los nuevos hidalgos no tengan que volver a pagar impuestos como pecheros..

García Ladredo, como juez ordinario de Langreo, ordena en otra ocasión que se mantenga a un vecino "amarrado y prisionero" mucho tiempo en la cárcel de Sama sin motivo que lo justifique. Después se jacta de haberlo puesto en libertad a cambio de "algunos bueyes". En definitiva, no consta que García Ladredo fuera nunca juzgado. Por su jerarquía, poder e influencias es muy posible que sus tropelías hayan quedado impunes. Lo dicho: una verdadera lección de historia.

Compartir el artículo

stats