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Desde la Meseta

Los tiempos del verbo

La tristeza y la alegría de los seguidores de fútbol

Los tiempos de los verbos en nuestra época de estudiantes eran bastante amplios, que si perfectos, imperfectos, pluscuamperfectos, indefinidos... Y no sigo porque a lo peor no me acuerdo de todos y entonces el imperfecto soy yo. Hoy nos arreglamos bastante bien con tres de esos tiempos: el pasado, presente y futuro.

Hoy el pasado ya es presente y dentro de nada soñaremos con el futuro. ¡A qué velocidad vivimos, Señor! Verán. Para unos cuantos, el pasado fue preparar sus maletas para ir a Milán, gastarse los euros que a lo mejor no tenían o endeudarse con un crédito a no sé cuántos meses. Otros adquirieron un flamante y gran televisor para ver el partido en casa con la familia e invitar a unos amigos con los que compartía un pequeño bidón (¿se llama así?) de cerveza.

El presente fue la alegría de los aficionados cuyo equipo se trajo "la oreja" para casa. El otro presente fue la tristeza de los no ganadores en el último momento: compungidos lloraron aficionados y jugadores. Aquellos aficionados que gastaron sus perras gordas o se empufaron con ilusión y entusiasmo, pensando que su equipo era el mejor y que merecía la pena suprimir lo esencial de una casa por ver el triunfo de...

El futuro, que está por llegar lógicamente, todavía es el presente de los alegres, de los que van a ir a ver a la "orejona" a la vitrina de su triunfante y flamante equipo. En tanto otros, soñadores y aún disgustados por no haber ganado (que no igual que haber perdido), esperan otra oportunidad que seguro que les llega. ¡Sueña el pobre que padece su miseria y su pobreza!

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