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Días de pan y circo

Las diferencias sobre cómo afrontan las decisiones políticas los ciudadanos franceses y los españoles

Francia vuelve a ser otro mundo. Nada que ver con éste. El gobierno apuntó una leve reforma laboral y el país se ha puesto en armas. El 9 de marzo medio millón de manifestantes. Dos meses más tarde, este pasado 10 de mayo, el gobierno aprueba el proyecto por decreto. Diez días después apenas hay combustible en las gasolineras y los aviones tienen que repostar fuera. Esta semana entraron en huelga todas las centrales nucleares. El 10 de junio empieza la Eurocopa y cuatro días después, un día antes de que Francia se enfrente a Albania, está convocada otra macro manifestación en París.

Paseo la mañana del domingo por el Paseo del Prado. Resaca de fútbol. En la fachada del edificio del nuevo Ayuntamiento sigue ondeando una pancarta con el lema "Refugees Welcome". Ayer nadie se acordaba de ellos. Hoy me da la sensación de que tampoco. Un taxista de derechas, de los de siempre, de los que llevaba en las elecciones pasadas publicidad gratis de Esperanza Aguirre, me comenta: "Cuando llegaron los nuestros, en quince días quitamos aquella mierda de asignatura de Educación para la Ciudadanía; estos llevan un año con el cartel ése en la fachada del Ayuntamiento y ¿sabes a cuántos refugiados trajeron?". Por la ventanilla me señala a una indigente que duerme a los pies del Thyssen. "A esa pobre, nada más". Paso por aquí delante todos los meses y sé que lleva ocupando ese espacio cerca de dos años. No comento nada. Ni siquiera asiento con la cabeza. Yo me bajo en Atocha ("A mitad de camino entre el infierno y el cielo / yo me bajo en Atocha, yo me quedo en Madrid"). El sábado era imposible acercarse por aquí, pero podía cenarse tranquilamente en cualquier restaurante sin televisor. Todos tenían ganas de celebrar algo a lo largo de la tarde. A la noche, unos lo celebraban como si de verdad hubiesen ganado algo y les hubiese ido la vida en ello. Mientras otros lloraban por las esquinas con la cara de imbécil que se les queda a los derrotados incruentos del fútbol.

Madrid vuelve a no tener nada que ver con París. Ni España con Francia. El sábado un montón de amigos me recordaba que el 25 de mayo de 1808 la Junta General del Principado de Asturias se levantaba en armas contra Francia. Qué despilfarro de energía. Para acabar recuperando el trono Fernando VII. El mismo trono que ocupa Cristiano Ronaldo por las calles de Madrid. La policía municipal intenta sacar del agua de Cibeles a los últimos guerrilleros blancos. Siguen celebrando no sé qué copa, como si este hecho tuviera alguna trascendencia en su vida. Volver a la dura realidad es montar en un taxi. Cuando me preguntó destino, tendría que haberle dicho Callao. Pero, le dije Atocha. No estuve fino.

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