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Lo que nos queda, en busca del arca perdida

La necesidad de que Mieres explote sus pocas vías de expansión turística

"Ya que éramos pocos, parió la abuela". Con una máxima de puro estilo popular, se inicia hoy el comentario semanal. Ya que habíamos caído hasta profundidades verdaderamente lamentables, llegan los últimos anuncios sobre la minería de interior e indican, sin más, que dentro de un par de años bajaremos un poco el ala del sombrero para decirle adiós, definitivamente y para siempre, a esta fuente energética que durante un largo periodo histórico sirvió de base, tanto para asentar el "condumio" doméstico de tantas y tantas familias de las cuencas mineras asturianas, como de soporte a fin de abastecer el lento pero, al fin y al cabo, renacer de la economía española.

Pues nada ¡hombre! A ponernos de nuevo manos a la obra y sacarnos de la manga una nueva forma de abastecimiento crematístico con el que sostener al menos a los "menos" (de nuevo perdón por la redundancia) de cuarenta mil habitantes que le quedan a Mieres, por el momento, que a lo peor, dentro de otros dos añitos, hemos de hacer otro alarmante recuento. En definitiva, con lo que queda "en busca del arca perdida".

Pues a cuento viene la cuestión. ¿Qué nos queda por explotar? Lo que hacen otros municipios de Asturias, aunque con mayores posibilidades. Es decir, a por el "cebo" turístico, que ahí tenemos lo que se viene aireando como patrimonio industrial minero y por el que ya están trabajando con salero e ilusión los miembros de la Asociación "Santa Bárbara" y alguna que otra entidad libre de lucro y con las mayores intenciones de este mundo, tal es el caso de la Asociación "Los Averinos" de la parroquia de Loredo que, el otro día celebraron con pleno éxito -sea dicho a tiempo- una nueva edición de la senda al valle de Frechura, por la vieja ruta que dejó, en su día, el ferrocarril minero de La Pereda al Pozo de Montsacro, otra de las reliquias que nos queda como canto nostálgico de un pasado que como tiempo fue mejor.

Por cierto, éxito de esta novedad ofrecida por "Los Averinos" , pero no faltó el tinte negro de una situación negativa. El piso de la ruta, cuyo arreglo quedó por lo que se desprende en manos del Ayuntamiento de Mieres, estaba un tanto deteriorado, sobre todo para participantes de cierta edad e infantes en cochecillos. En definitiva, que nadie se había preocupado del repaso correspondiente. Y cuando digo nadie ya saben ustedes a quién me refiero. Y algunos túneles sin iluminación. Los organizadores, muy justamente, lamentaron la situación.

La propuesta: Y ya que estamos metidos en harina, bien está que los regidores municipales tomen buena nota del papel que ha de jugar nuestra primera institución en los programas de actualización de esos valores que pueden convertirse en un atractivo turístico desde la óptica de los restos que nos quedan de aquellos polvos que muy pronto se convertirán en auténticos lodos. Bien está sujetar la gestión municipal a un férreo marcaje con el fin de actualizar el asentamiento justo de su economía, pero?

La crítica: Con los perros hemos topado de nuevo. Mejor con sus derechos. Ya se dijo que en la margen izquierda del río Caudal, a la altura de las instalaciones de los antiguos cargaderos de Renfe, se creó una zona de expansión para los animalitos. Pues bien, la maleza ha crecido con tanta generosidad -lluvia y sol, sol y lluvia- que los canes se pierden de vista con la máxima facilidad. Por lo tanto, y sin más, ¡ojo al dato!

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