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Desde mi Mieres del Camino

"Quelino" el de Polio, todo un ejemplo de decisión

La trayectoria vital, sindical y política de Aquilino Fernández Fernández, ampliamente reconocida

Su nombre, Aquilino Fernández Fernández, ha quedado reducido y a la vez engrandecido con el término "Quelino" el de Polio. Y varias son las razones que han determinado tal situación. Desde su llegada al mundo en la aldea de Polio, cercana a una de las más importantes explotaciones hulleras de la cuenca del Caudal, la que lleva el mismo nombre, hoy en total desuso y con vistas a su desguace. La trayectoria profesional de nuestro personaje, precisamente en el mítico centro de actividad carbonífera, hasta el uso permanente de su apodo por todas las gentes de bien, gracias a una proyección reconocida en los campos de la acción humana y social con importantes connotaciones políticas desde su visión de hombre de izquierdas hasta su participación decisiva, ya en tiempos de bonanza democrática, en los movimientos ciudadanos de Mieres, es toda una muestra de su categoría humana.

Basta citar su nombre en cualquier círculo de la vida local para que surja el elogio o comentario totalmente acorde con la bonhomía que despierta su figura. Y nada importa su historial y actual situación como militante de Izquierda Unida que remacha toda una vigencia en el seno del Partido Comunista.

Porque a tiempo y forma estamos de poder decir que "Quelino" de Polio, hijo de madre soltera que hubo de emigrar, criado por la abuela y algunos tíos, vio como en su primeros años de infante tres de ellos se vieron inmersos en la difícil epopeya de los "fugaos" del monte y ello le dio pie para desempeñar papeles activos de plena responsabilidad siendo un niño, cuando se convirtió en "enlace" de la guerrilla asturiana que luchaba, por la década de los años cuarenta, contra el gobierno franquista y en defensa de la República democráticamente elegida en 1931. Los llamados "fugaos", guerrilleros o maquis -"Quelino" los considera soldados republicanos- que actuaban por las zonas montañosas en aquellos tiempos, fueron los últimos en rendir armas en toda una acción desesperada. Y el final por las órdenes llegadas desde el PC en el extranjero que entendió como lógica y más efectiva otra táctica de acción contra el régimen militar. Pero antes "Quelino" hubo de sufrir más de una aventura peligrosa y hoy defiende la memoria histórica a capa y espada.

Pero ya por entonces nuestro mierense, el de Polio, había comenzado a los quince años su entrega al terreno laboral como "guaje", en la instalación donde habría de desarrollar toda su vida minera, pasando por varias categorías hasta terminar como vigilante, previos estudios en la villa y merecer, con todos los honores, la jubilación, al igual que ocurrió posteriormente en la Feria de la Industria y la Minería de Mieres, donde se le concedió, a golpe de reconocimiento auténtico, el título de Minero del Año. Porque -todo hay que decirlo- aparte de su impronta en el tajo, con el más recto de los comportamientos, el de Polio actuó y expuso su propia existencia en operaciones de rescate de compañeros que habían sufrido un inquietante accidente laboral.

Pero antes la vida de este luchador pasó unos meses nada más como alumno de la escuela unitaria de Vegadotos, donde, por cierto, no lo atendían debidamente al ser considerado represaliado. Lo que aprendió y el supo ampliar con clases nocturnas y enseñanza de dos de sus tíos, en una zona rural donde el analfabetismo llegaba al setenta por ciento, fue perfectamente aprovechado a lo largo de toda una vida por su viveza inteligente, afán de superación y defensa de la cultura. A los diecisiete abriles ya era picador, después posteador y por fin vigilante. Su máxima desde los cargos laborales que desempeñó era conocida y certera: "A la gente hay que enseñarla y concienciarla del trabajo que desempeña, nunca tenerla permanentemente vigilada y como consecuencia con castigos".

Como se solía decir entonces y también ahora, "hay que tenerlos muy bien puestos" para sufrir detenciones, amenazas y en definitiva torturas" y mantener la boca cerrada. Eso le ocurrió a "Quelino" cuando fue detenido por el comisario Arce, que lo lleva hasta Oviedo tras haber escondido al guerrillero César Fernández. Pese a requerimientos, amenazas y demás, nuestro protagonista no abrió la boca. Y esa fue la tónica permanente de su vida en defensa de su opción política y de los guerrilleros del monte, siendo su máxima, ante detenciones masivas de mineros, infundirles ánimo para seguir en la defensa de sus derechos.

Durante la "huelgona" de 1962 quedaron encerrados en el pozo Polio unos noventa trabajadores sin comida que llevarse a la boca, mala ventilación y otras pésimas condiciones, lo que provocaba enfermedades en alguno, como el caso de "El Gemelu", a quien "Quelino" decide sacar cuando la Guardia Civil se encuentra afuera metralleta en mano. Logran que el enfermo sea atendido, volviendo, los que lo había llevado en una carroceta, al encierro. Pero la gente comienza a sentirse mal y de nuevo nuestro hombre toma la decisión de abandonar saliendo en fila india, mientras que afuera sus mujeres atacan como pueden a la fuerza pública, sufriendo, la de "Quelino", Rufina, un desvanecimiento, lo que hace que el practicante Sindulfo, en un gesto de valentía, la recoja siendo atendida en el botiquín.

Mientras tanto a los huelguistas los mandan en dos camiones para Oviedo, donde son interrogados sin que nadie diga ni pío, lo que hizo que quedasen libres. Y así era y es el talante de este hombre que supo practicar e inculcar sentimientos de resistencia, pero también de negociación y respeto.

Llegada la "primavera" democrática, Aquilino Fernández, sin renunciar a ninguno de sus postulados, abrió alas a favor de la acción ciudadana, siendo primer presidente de la Asociación de Vecinos de Requejo durante ocho años, para recuperar las fiestas patronales, establecer la ofrenda floral al insigne Teodoro Cuesta, crear concursos como el de pintura, charlas divulgativas como las primeras en defensa de los derechos de la mujer, plataformas para la mejora del barrio sobre urbanismo, cultura y festejos, y forzar a que su amigo, el recordado alcalde Vital Alvarez Buylla, les concediese un local social para sus actividades.

Con su cultura por bandera, su inclinación por la poesía, "Quelino" tiene una máxima que recoge el verdadero valor de sus sentimientos, a saber: "Libertad, paz, solidaridad y dignidad". Está todo dicho.

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