La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Romería

La aparente enemistad entre los partidos políticos y su incapacidad para buscar acuerdos de gobierno

Que no ye, precisamente, la anual de los Mártires de Valdecuna, que cantaba Víctor Manuel, sino en la que llevamos instalados seis meses, y que ahora mismo entra en su punto álgido con la cercanía de la traca final del 26-J.

Por si no fuera suficiente que continuamente se echen todos a la cara lo que les apetece, aunque por simple error alguna cosa les saldrá bien a los de enfrente, ahora todo se agudiza. Comienzan a sacar los viejos fantasmas a pasear, aunque casi todos hayan estado implicados bajo sus sábanas. Pero como la culpa nadie la quiere asumir, ponen el ventilador a tope con el objetivo de enfangar a quien pinte. Obviando lo propio.

No sé a quien demonios pretenden engañar casi todos con todo el tinglado de los fondos mineros, el entierro del carbón, los millones dilapidados en chiringuitos para los amiguetes, obras faraónicas a todas luces innecesarias, y corruptelas a manta. Claros intereses creados, remedando a don Jacinto. Todo muy claro.

Simples muestras de las tropelías que pagaremos los de siempre.

Seguramente será lo que nos merecemos por nuestra indolencia, y porque no nos rebelamos ante tantas mentiras y desatinos.

Pues nada, amigos míos, de nuevo estamos inmersos en la romería de nueva campaña "engañabobos". Para que, al final, sea para mayoría de promesas incumplidas. O para hacer lo que les conviene a ellos, incluidos amagüestos, aunque teóricamente se lleven a matar.

Además, tienen el pleno convencimiento de que simple suma aritmética les da patente de corso para hacer lo que les plazca. Me refiero ahora a algo más cercano: no comprenden que el gobernar es para todos, los hayan votado o no, algo tan simple como consensuar el bien general y no ofender gratuitamente.

Porque a los ciudadanos lo que nos interesa es que las baldosas estén en su sitio, que se note la limpieza. Y que no haya baches, más vigilancia. Que den atención a los pueblos, que no todo es el centro, y mil cosas más.

Con independencia de menos ley del embudo, tratando de ningunear las convicciones y creencias del resto, con el añadido de que cada cual -a titulo personal- es muy libre de colocar el conocido felpudo de Ikea, donde le plazca. El resto huelga. Evitará "ardores" y polémicas estériles.

Compartir el artículo

stats