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Desde mi Mieres del Camino

Cuando las aguas del Caudal bajaban negras

El gran avance que supuso para toda la comarca el saneamiento del río

Sí. Es cierto. Hubo una época en que las aguas del río Caudal -para la gente de entonces río grande- bajaban negras, pero que muy negras. Varios puntos derivados de la explotación minera, principalmente en el concejo y en el río Aller con dos importantes pozos hulleros, y algún chamizo desde Lena, todo unido a las vertientes de los río Turón, Miñera y San Juan, con residuos procedentes de estos grupos de la explotación hullera de gran envergadura, convertían el cauce principal en un movimiento de aguas exento de riqueza piscícola y con el color oscuro y triste de la noche.

¿Por qué? Era la lógica consecuencia de una desenfrenada ausencia de control de la explotación del subsuelo que conllevaba, por falta también de una previsión del movimiento de aguas, inundaciones como las ocurridas en el barrio de Santa Marina de Mieres y San José en Ujo, allá por el año1953, que, sin bien no registraron efectos mortales, sí produjeron pérdidas y trastornos de primera magnitud.

Y las aguas seguían bajando negras, muy negras. Eso sí, con una vertiente ligeramente beneficiosa. Como el efecto de este fenómeno provenían del asentamiento en el lecho del río de los últimos residuos no aprovechables del carbón, se estableció una especie de pequeña industria, tampoco muy controlada, a base de trabancos, maromas y barcas que con grandes cucharas a modo de pala grande sacaban buena parte de esa producción, generalmente en forma de "islan" (superfinos) que, de alguna manera, eran comercializados. Varias figuras humanas se caracterizaban y aparecían visibles en el cuadro de esta actividad, dos muy concretas, el hábil operador de la cuchara sacando la producción del río y el transportista, cesto al hombro, que lo acarreaba para su almacenamiento. Operaciones posteriores se encargaban del resto. Más de un semejante, en los tiempos difíciles de la hambruna y escasez, encontró en este remedio una mísera salida para sus angustias económicas.

Claro que aquella situación no podía continuar mucho tiempo al erigirse en la más acentuada agresión al medio ambiente. Y a comienzo de los años noventa, siendo alcalde Gustavo Losa, ya en pleno auge democrático, la Confederación Hidrográfica del Norte inició el manejo de los hilos hasta la adjudicación del proyecto de encauzamiento del río Caudal desde Ujo hasta Ablaña, lo que seguidamente conllevó otras medidas de primer orden que con la consiguiente descripción se ajustaban para Mieres en la construcción de una depuradora de aguas entre Baíña y La Pereda, las tuberías para conducir los residuos hacia este punto de saneamiento, la repoblación piscícola del propio río (en el que hoy día se puede pescar sin muerte la trucha, con la esperanza de que pronto veamos asomar el lomo de algún que otro salmón?) y la construcción del paseo fluvial, entre las citadas localidades y que a partir de Ujo se prolonga también hacia Lena acompañando al río del mismo nombre.

Hora es de decir que suenan nombres como piezas decisivas en la gran operación de este avance hidrográfico. Indudablemente, Mieres tuvo unos acérrimos defensores de la mejora en la Asociación del Pescadores de la comarca, donde destacó, por su incidencia, acompañada del color político socialista, el malogrado concejal Arcadio Villanueva de quien no se duda en decir que sin su constante, machacona y hasta cansina insistencia, quizás el Caudal hoy no presentase la actual cara de bonanza. Creo entender que fue al alcalde Misael Fernández Porrón a quien le correspondió certificar todas estas mejoras en torno al río. Y hay que decir que al frente de la Confederación del Norte se encontraba otro político de marca de la casa que ya había estrenado gestión, como consejero, de los primeros ejecutivos de la autonomía asturiana, Pedro Piñera, que no dudó en echar el resto para alcanzar tales objetivos.

Pese a tirios y troyanos, y a posteriores incidencias de actuación que tensaron relaciones de este dirigente con el Ayuntamiento de Mieres, no existe duda al determinar que el saneamiento del río Caudal, en toda su configuración, le debe un plus muy importante a Pedro Piñera. Por eso no es de extrañar que, en reconocimiento, y de aquella con la aquiescencia del propio órgano municipal, los tres grupos de montaña por aquel entonces existentes en el concejo -el Centro Cultural y Deportivo Mierense, el Casino de la Villa y el Grupo San Bernardo de Turón- se uniesen para crear puntualmente, una vez al año, la Marcha Popular "Pedro Piñera", en andadura de cientos y cientos de participantes desde Ablaña hasta la zona de recreo de Ujo, donde finalmente se celebraba una fiesta campestre y asturiana con participación activa del propio homenajeado y su familia. Con el tiempo la cita fue perdiendo vigencia y en la actualidad se ha quedado en un simple recuerdo.

Pero al margen de lo últimamente expuesto, que puede resultar anecdótico, existen balances reales de primer orden en torno a la realidad del río Caudal, desde los difíciles tiempos de la década de los cuarenta, hasta nuestros días. Y ello se resume en un balance de primera magnitud, que ofrece los siguientes resultados: en primer lugar las aguas del río Caudal ya no bajan negras y en las épocas propicias puede descubrirse la presencia de pescadores. Eso sí, con la obligación de devolver al cauce el resultados de sus hazañas. Luego la recogida integral de las aguas residuales de los principales núcleos del concejo que, por añadidura, son enviadas para su tratamiento, a la depuradora de Baíña. Ha quedado totalmente apartada cualquier posibilidad el peligro de inundaciones en el tramo definido. Y para finalizar tenemos un hermoso paseo fluvial, con tramos también para el deporte de la bicicleta, que recibe hoy el denominativo popular de "Paseo del Colesterol", convertido oficialmente en Ruta de la Plata y Ruta Jacobea. ¿Quién puede dar más?

(A la memoria del recordado Arcadio Villanueva).

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