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Después de las elecciones, aún se puede

Un análisis desde la izquierda sobre los resultados que dejaron los pasados comicios del 26 de junio

Llevamos muchos años cómodos con la posición de derrota, con la comodidad de las mismas caras. Con la dependencia del pasado, de la nostalgia, de los manoseados y ciertamente obsoletos símbolos; todo impidiendo que se vea la realidad. Y claro, las elecciones, las que sean, marcan muy a pesar de los sesudos analistas y políticos, el camino. Si algo se ha de aprender de los resultados de las elecciones del pasado 26-J es, sin ninguna duda, que la política no funciona como las matemáticas; que no hay política definitiva; que los factores sociales cambian y no se repiten miméticamente; que no hay lógica matemática. Que efectivamente, hay sumas que restan y restas que suman, pero aún así, hay que arriesgarse. Lo decía Óscar Wilde: "Una idea que no sea peligrosa no merece llamarse idea".

Si Unidos Podemos se ha configurado como coalición y ha dado un paso adelante es porque, las personas que realmente están sufriendo los recortes, las desigualdades y la falta bienestar, han percibido que ha llegado el momento de dejar las nostalgias y las jeremiadas. En estas elecciones, a mi juicio, Unidos Podemos, no ha perdido; sencillamente no ha alcanzado las expectativas que se habían propuesto y que se han magnificado, interesadamente, desde sectores del poder. Claro, que ha habido decepción, pero no fracaso. ¿ Alguien, desde la izquierda, hubiera apostado hace dos años por 70 diputados/diputadas a la izquierda del PSOE, partido éste, en mi opinión, perdedor absoluto de las elecciones, por mucho que se intente tapar el fracaso con el consuelo infantil de que no hubo "sorpasso". Y sí, hoy la izquierda real tiene setenta personas dispuestas a defender en el Parlamento la voz de la gente desahuciada no solo de la vivienda, también socialmente.

No voy a entrar en análisis, los hay que ya lo hacen, de lo ocurrido en las últimas elecciones, solo sé que ganó el PP, este partido es el verdadero ganador. El análisis debería de centrarse en una victoria, que ineludiblemente abrirá un nuevo período de recesión y de reformas neoliberales que no traerán nada bueno, todo lo contrario, empeorarán las condiciones de vida de mucha gente que ya está siendo golpeada atrozmente.

No obstante, apuntaré que si se quiere seguir apostando por ganar y crecer, se debe concentrar el esfuerzo en una estructura organizativa y estratégica que pueda articular movimiento ciudadano y olvidar eslóganes y logos de mercadotecnia que solo conducen al toque ilusionante; y como suele ocurrir la ilusión solapa, con frecuencia, la falta de argumentos y propuestas. Unidos Podemos, ha indicado a los adversarios políticos que el suelo, por vez primera, se está moviendo bajo sus pies, ello implica no volver atrás y emborracharse en discusiones que hagan perder esta mayoría social que ha dado setenta diputados. Lo dicho no implica que la crítica y autocrítica se obvie, todo lo contrario. Esto exige responsabilidad y altura de miras, dejando por parte de todos lo que sobra de las mochilas, centrándose en la coherencia y seriedad ideológica ya que tanto cambiar de galgos a podencos la liebre se escapa. Abrirse a una nueva mayoría social que sienta a Unidos Podemos como su lugar, una nueva mayoría comprometida y movilizada. Para esto no hay manual de instrucciones, hay ámbitos desde los que fraguar el famoso "Sí se puede". Es el municipal uno de ellos, es la base de lo que se puede y debe hacer: trabajar en el territorio con una multiplicidad de actores y movimientos sociales con los que no sólo no se debe entrar en competencia, sino que son la condición de posibilidad de la construcción popular y ciudadana, dejando los patriotismos de partido, apostando por la participación ciudadana. Aquí, al lado, lo tenemos: el ayuntamiento de Langreo, está en ello.

Amplitud de miras, audacia y coraje son las tres patas de la "tayuela" que puede asentar la oportunidad histórica de un gobierno cuya primera deuda a pagar sea con los y las de abajo.

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