El verdadero dolor lo vive uno mismo en silencio, soportando el día a día con una carga agotadora que poco a poco va minando las entretelas corporales en un sufrimiento oculto y desgarrador? Así de esta manera se encuentra Mario Fernández Argüelles, "Mario el del bodegón", tras perder a un hijo y recientemente a su mujer en un tiempo corto y desesperado. Mario, buen amigo, vive en una soledad sicológica desde que la fatalidad terrena aparcó en su feudo familiar. Intentó rehacer su vida cotidiana, pero el peso de la muerte de su único hijo en edad juvenil, en un absurdo accidente, lo dejó lastrado y ya nunca fue el mismo? Esta desgracia arrastró a la desesperación incontenida a su mujer que no aguantó una realidad incomprendida y ese dolor imposible acabó ahogándola en su interior?
Mario ahora con otra desgracia a sus espaldas quiere agarrarse a unos hechos que no entiende y busca el consuelo y el ánimo de los suyos, pero nada ni nadie pueden convertir sus tristes momentos en aquella felicidad familiar que nada hacían presagiar un trágico final tan temprano. La vida, en muchos casos, es injusta y maltrata a la personas sin darles tregua con golpes traicioneros y directos?
Me gustaría que estas palabras, envueltas en ánimo y consuelo, sirvieran para darle a Mario la fuerza y el estímulo necesarios para superar estos trances inesperados, pero comprendo que el dolor inmenso abarca todo tipo de apoyos y sólo permanece la sinrazón y ese desconsuelo tan humano. Y detrás de estos tragos existe ese silencio omnipresente que marca una realidad que no queremos entender pero que forma parte de nuestras vidas, de nuestro discurrir, de nuestras circunstancias?
Mario con la sensibilidad de los suyos y el afecto de sus amistades deberá salir de ese agujero negro en que está sumido y con su fuerza espiritual, que la tiene y mucha, convertir su trabajo y sus pasiones lúdicas en un bálsamo de alivio y nueva sensaciones. Es complejo, sin duda, pero la vida no da otras opciones y la resignación y el recuerdo son las esencias que mantienen a uno enganchado a su intimidad afecta.
Nandi, su mujer, no comprendió ni asumió la muerte de su hijo -¿quién la puede comprender y asumir?- y presa del dolor y el disgusto cotidianos acabó feneciendo de pena y tristeza? Que estas líneas sirvan de estela luminosa sobre esas ausencias y a ti Mario entereza y fuerza para seguir caminando por estos caminos de verdad y horizonte. Hay que deshacer silencios, alejar abismos y regresar convencido a la vida terrena...
