La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Dando la lata

Ectoplasma

Lo cierto es que no había mayor motivo, pero a veces sucede, y te dan las tantas sin poder pegar ojo, dando vueltas en la cama y envidiando el placentero sueño de la compañera de alcoba. Bueno, pues esa noche tuve tiempo para recurrir a la lectura, a la infusión relajante, a la meditación trascendental, a todo. Y cuando por fin percibí, allá a las mil de la madrugada, una ligera sensación de modorra, me puse en posición fetal -que no fecal-, exhalé lentamente y entonces cometí el gran error: apreté el pulsador de la radio. Y los ojos se me fueron abriendo hasta quedar redondos como platos. Espíritus, ectoplasmas, seres de ultratumba? Qué temática tan inapropiada para coger el sueño. Y, claro, a mí se me escapó definitivamente. En su lugar, fui asaltado por la inquietud y, por qué no reconocerlo, un cierto canguelo. Por los misterios de lo oculto y por el estado mental de los que a esas horas llaman a la radio. Madre mía, cómo se ponen las cabezas. El caso es que, entre fantasmas y zombis, comencé a sugestionarme de tal manera que llegó un momento en que sospeché que la que duerme a mi lado pudiera ser otro fenómeno paranormal. Porque cada vez que se movía emitía unos sonidos enigmáticos, siseos entrecortados e incluso algo parecido a una letanía entre dientes. Y a esas horas tan intempestivas, en las que el chasquido del congelador parece el anticipo de un peligro espantoso, lo peor que te puede pasar es que se te meta en la cocorota que tu media naranja está poseída. A ver quién es el guapo que duerme en esas condiciones. Y venga a hablar de criaturas horripilantes surgidas de los avernos. Y la audiencia llama que te llama contando unas historias de irse por la pata abajo cuando en una de estas ella volvió a moverse, suspiró e hizo con la boca algo parecido a un pucherito. Como que salté de la cama para buscar un crucifijo. Entonces sonó su despertador. Se desperezó, me miró, tembloroso y empapado en sudor como estaba, y me dijo: ya te advertí de que los pimientos de Padrón no eran lo más recomendable para cenar. Buenos días.

Compartir el artículo

stats