Gran Bretaña no se apeó de su libra esterlina. Se hicieron los duros en muchos aspectos y no pararon de darle vueltas al zorro (su preferida caza), en tanto nosotros mareamos la perdiz. Pensaron los ingleses jóvenes que permanecerían en la Unión Europea, en tanto los mayores se sienten muy suyos y apoyaron el "Brexit", que ya es una realidad. Yo me pregunto, ¿qué opina la Reina?
Bueno, la Reina no opina, pienso, porque es muy suya y lo de ella es la Gran Bretaña. Los ingleses admitieron alguna cosilla, como el sistema métrico decimal y poco más. Pero eso de circular por la derecha ni hablar del peluquín. Las fábricas de automóviles siguen haciendo los coches para los ingleses y para los demás al revés. Bueno, ya no sé quién va al derechas o al revés, no nos pase como aquella entusiasmada madre que viendo desfilar a su hijo decía emocionada: "Aquel que desfila bien es mi hijo".
Supongo que no tendremos más ideas sueltas como la de ahora, porque si no tendremos que volver a la peseta con el trabajo que nos costó acostumbrarnos al euro, después de llevar muchos años con los duros y antes con los reales, no de bellon, claro.
Como cosa simpática hay alguna tienda que admite pesetas en su compra. Es que hay gente para todo u optimistas que creen que el hombre aún no llego a la luna. Yo no estoy para estas emociones, como le ocurrió a aquel compañero mío que intentó sacar a bailar a una chica diciéndole: "¿Bailamos a lo cachetito?". Y la chica le preguntó: "¿Qué es eso?" Y mi amigo respondió: "Pegaditos, cara con cara". Y ella con la mayor naturalidad le dijo: "No, porque hoy no estoy para emociones".
Y como yo tampoco estoy para tales, quedóme con el euro al que ya me acostumbre.
