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A mi aire

Repunta la mendicidad

A poco observador que uno sea, salta a la vista el incremento de personas que en esta época estival se dedican a ejercer la mendicidad en el valle. A la par, también se puede comprobar que suelen ser grupos organizados, con jerarquía establecida y sistema de distribución por los sitios más golosos para desarrollar su "trabajo".

Alguna que otra vez he podido contemplar trifulcas y disputas no exentas de violencia, a cuenta de a quien le pertenece el territorio. Pura mafia.

A primera hora del día ya te los puedes encontrar a las puertas de supermercados, entidades bancarias, y en general lugares en que el paso de personas resulte fluido.

Pero su implantación ha subido enteros, copando sitios nuevos con cartelito lastimero en el que solicitan ayuda para tratar de llegar al corazón -mejor a la cartera- de los viandantes.

No sé yo si este importante repunte es un efecto llamada de los compatriotas que llevan por aquí desde hace años con la mendicidad como su cómodo modus vivendi.

Allá penitas con lo cada uno quiera hacer ante algo que comienza a pasar de castaño oscuro, sobre todo cuando las "peticiones" vienen con tintes agresivos, incluidos insultos. Esto ya no resulta de recibo, así que una cosa es cierta tolerancia, más bien vista gorda, de los que tienen que efectuar el consabido control y otra que el carro pase por delante de los bueyes.

No seré yo el que diga que todos son iguales, pues queda claro que pueden existir casos de verdadera necesidad, pero la picaresca de los unos hace que quede difuminado el resto o se pase de ellos.

Mientras tanto se obvia a personas cercanas a nosotros que sí necesitan una ayuda, son palpables sus necesidades más perentorias y quizá no los veamos o miremos para otro lado, pero así somos.

Un simple paseo por el centro de cualquier localidad de nuestras Cuencas, nos puede retrotraer a una época que parecía olvidada.

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