Cunde la preocupación, no exenta de profundo desasosiego, entre los perceptores de pensiones en nuestro país, más de ocho millones, que de ellas dependen. La "quita" de 8.700 millones de euros para la extra de julio, unido a otros mil millones hace unos días, ha dejado bajo mínimos la llamada hucha que debe garantizar los pagos. Lo cierto es que hace tiempo que llevan avisando de que el lobo estaba cercano, ahora mismo se puede decir que ya llegó. Aún más problemático nos lo ponen cuando expertos en el tema auguran que a finales del próximo año el sistema se irá al carajo.
En la calle se entiende que el problema viene de meter en el mismo saco a los que han trabajado una vida entera, cotizando en muchos de los casos 40 ó 50 años, con gentes que no han dado un palu al agua en toda su existencia o mangantes profesionales de la maulitis.
No parece muy lógico, y si el Estado o los políticos de turno -que por cierto cobran jugosa pensión por estar siete años en cualquiera de las dos cámaras, con tiempo libre, además, para sus negocietes- quieren ser muy guays y paternalistas universalizando las pensiones, pues deberían buscar otras vías de financiación, que aunque al final nos la cargarán sobre nuestras sufridas espaldas resultaría lo más coherente, no dejando pender permanentemente la espada de Damocles sobre una buena mayoría que cumplió con todo lo establecido.
Bien que espabilaron en buscar miles de millones para salvar al "soldado Bankia" y a otros similares, o la dejadez que raya con el humor negro de que sigan pagando la pensión de 30.000 fallecidos a espabilados familiares que también alguno habrá que cobra la suya sin haber rascado bola.
Puedo entender que esta columna puede ser tildada de "políticamente incorrecta", básicamente por los que se les llena la boca con aquello de "too er mundo es güeno", salvo cuando lo malo les toca a ellos. Pues va a ser que no, no se puede seguir mezclando churras con merinas por el detrimento a los derechos adquiridos con abnegados esfuerzos realizados por tantos y tantos.
