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Dando la lata

Cazar Pokémon

Y con el mundo convertido en un avispero, ahora tenemos las calles llenas de millones de cazadores de Pokémon. Debe de ser que no hay otra cosa que hacer. Resignación y a perder el tiempo. Para qué va uno a estudiar, leer, visitar museos, asistir a conferencias o buscar un empleo pudiendo echar estos días de verano cazando bichitos virtuales. Podrían recoger basura, ayudar a ancianos, cuidar perros abandonados, distribuir ropa usada entre los necesitados, miles de actividades útiles. Pero no. Cazan Pokémon. Supongo que para los que quieren acabar con nuestra civilización debemos de ser la representación de la estupidez. Más fácil no se lo podemos poner. Cazamos Pokémon. Cuando piensas que ya no podemos ser más tontos, vamos y nos superamos. Porque, no se crean, que semejante chorrada se convertirá en el modus vivendi de unos cuantos millones. Como cuando la fiebre del tamagochi, que la gente mimaba un aparatejo en vez de a los abuelos o a un gato sin hogar. Anda que? Y se estresarán, deprimirán y obsesionarán por culpa de la tremenda tarea de cazar Pokémon, que les ocupará todas las horas del día. Y requerirán terapia para intentar superar la desilusión de no triunfar en el jueguecillo de marras. Imaginen que todos esos miles de individuos que días atrás se reunieron en la Puerta del Sol lo hubieran hecho con la intención de promover algo útil. Pero no; se citaron allí para cazar Pokémon. Vaya tela. Y gente ya crecida, talluditos, igual que niños pequeños. Obviamente, tenemos un problema. Y digo que tenemos porque este estado de tontuna generalizada nos afecta a todos. Menos mal que cada vez que mi fe en el ser humano se tambalea surge alguna acción que me reconcilia con la especie. Y es que, a raíz de la bobada Pokémon, en Cadiz han inventado la cacería de Croquemon, esto es, la busca y captura de las mejores croquetas gaditanas. Eso es otra cosa. Aquí sí que hay fundamento. Pues no va casi nada de un bichejo informático japonés a una hermosa croqueta. El ser humano, cuando se lo propone, es insuperable.

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