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Dando la lata

Prejuicios

Te pones en la cola para embarcar y entonces te percatas de que delante hay un fulano barbudo de inequívocos rasgos árabes. Y está solo, sin familia. Un calambrazo de miedo te recorre la columna vertebral y tienes que contenerte para no exigir a gritos que le vuelvan a registrar a fondo. Porque si fuera por mi, lo reviso hasta del revés. Como, supongo, pensará la mayoría del pasaje, a pesar de que todo el mundo disimula, la visión del barbudo produce un canguelo considerable.

Y el hombre seguramente será un santo varón, amante esposo, padre bondadoso, buen vecino y abnegado trabajador. Pero tal como se ha puesto la vida, tampoco parece extraño que a uno le dé cierto reparo compartir avión con un tipo así. Y me paso las dos horitas de vuelo vigilándolo de reojo, controlando sus movimientos. E imaginen mi inquietud, como supongo la del resto del pasaje, cuando el elemento se levanta para ir al servicio. De modo reflejo me suelto el cinturón de seguridad. "Verás", pienso. "Ahora es cuando tienes que lanzarte sobre este pollo y placarlo para que no tire de la anilla. Y que salga el sol por Antequera".

Porque, llegado el caso, me niego a morir suplicando piedad a un zumbado iluminado. Si hay que abandonar este mundo, que sea por la puerta grande y luchando, no como un conejo asustado. El árabe vuelve a su asiento y poco después se duerme. Y no despierta hasta minutos antes de aterrizar. Y, a pesar de no haber hecho absolutamente nada, me alivia abandonar el aeropuerto y perderlo de vista.

Prejuicio. Sí, prejuicio puro y duro. Pero comprensible viendo lo que se ve, con cientos de miles de maníacos sueltos por ahí, con unas ganas locas de hacernos saltar por los aires. Por infieles. Por bailar, cantar, jugar al fútbol, tener un perro, escuchar música. Por no creer o hacerlo erróneamente. Por ser homosexual o sospechoso de serlo. Casi por cualquier motivo.

El asunto es serio. Nos registran para entrar en una catedral. La zona está tomada por el ejército. Fusiles cargados y miradas recelosas. Esto no es vida.

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