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Velando el fuego

Buenas noticias

La situación de Mieres Tubos y su posible compra

De cuando en cuando, y sobre todo en estos tiempos en los que las huellas de la crisis económica se notan sin necesidad de que tengamos que esforzarnos mucho en abrir los ojos, surgen en el horizonte vestigios que sirven para ilusionarnos. Y más si tenemos en cuenta que nuestras cuencas se han convertido, desde hace ya muchos años, en una enorme paramera, y que este vacío amargo y desolador alcanza, cómo no, a tantas industrias como se fueron a pique y que antaño nos habían prestado la imagen de una zona laboral próspera, en la que el día a día estaba exento de tantas incertidumbres como las que nos ocupan en la actualidad.

De ahí que tengamos que saludar con optimismo -¡y ojalá que dentro de unos días este saludo se convierta ya en una señal definitiva!- la noticia aparecida estos días en LA NUEVA ESPAÑA, por medio de la cual se nos trasmitía la buena de que un empresario estaba dispuesto a hacerse cargo de Tubos Mieres, una fábrica que durante estos últimos tiempos ha estado inserta en un torbellino de dudas, conjeturas, incertidumbres y especulaciones de todo tipo y que ahora, a tenor de la primicia aparecida, podrían despejarse pronto en un sentido favorable para los trabajadores.

Quizás porque los tiempos que atravesamos -o mejor sería decir que nos atraviesan-, y con cuánta furia, añadiría, vengan a contracorriente, o porque formemos parte de una de tantas y tantas mudas como tiene la Historia, todo indica que aquella cita de La Fontaine: "El trabajo es el único capital no sujeto a quiebra", ha perdido vigencia. O lo que es peor, corre el riesgo de quedar sepultada entre tantos escombros como nos alcanzan en estos días. Pues un cálculo sencillo, y me estoy refiriendo sólo a nuestra región, refleja una contabilidad en la que miles de puestos de trabajo forman un balance de situación que tiene un fondo de maniobra negativo.

Estamos, pues, ante una noticia esperanzadora, ante un paso más, pero de aspecto más firme, que puede servir para consolidar las expectativas de unos trabajadores responsables y honestos en todo momento (mi conocimiento me permite asegurarlo sin ninguna duda), y que, por lo mismo, no se merecen el mal trago que se ven obligados a apurar. Durante este tiempo son muchos los cálculos que se han hecho sus familias, los supuestos que se han proyectado para el futuro, las cábalas que se han perdido en el aire igual que el humo se disuelve en las alturas, y todo a causa de la desazón por la pérdida de sus puestos de trabajo. No se piden dádivas imposibles, recompensas extraordinarias, sólo poder madrugar, entrar por la puerta de la fábrica y ocupar su lugar donde corresponda. Si bien, tal parece que este deseo, que es también el de tantos otros trabajadores afectados por los mismos motivos, se haya convertido en una quimera, visto los chuzos y los pedriscos que caen a diario sobre las espaldas de los mismos de siempre.

Hay, pues, en esta ocasión, motivos para el optimismo. Confío en que dentro de unos días se haga efectiva esta ilusión y que las máquinas se pongan pronto a toda vela. Los trabajadores de Tubos Mieres (antigua Perfrisa) se merecen superar ya de una vez este calvario. Y, del mismo modo, también nuestras cuencas y nuestra región necesitan empresarios comprometidos. Llevamos mucho tiempo encerrados dentro de un túnel, y ya va siendo hora de que comience a cambiar el color gris oscuro, incluso muchas veces tenebroso, que nos rodea. Tubos Mieres puede ser un paso importante.

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