La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Velando el fuego

La cantera

La apuesta por los jugadores de la casa es difícil de mantener en el fútbol profesional

Hay frases que siempre quedan bien cuando se pronuncian, sobre todo si se encuentra el tono adecuado y se coloca el énfasis correspondiente a la hora de abrir la boca. Me estoy refiriendo a esas palabras que nunca nos traicionan, que son oportunas, que gustan a todos, lo mismo en la arena política que en la cancha literaria o deportiva, entre otras, y que por eso mismo se convierten en un salvoconducto para quien las pone a funcionar. Pero, en realidad, casi nunca van más allá de su enunciado. Son poco más que muletillas al uso, un modo de quedar bien sin necesidad de arrugar mucho la frente.

En este caso me estoy refiriendo a una frase muy socorrida, a una alusión a los valores de la cantera, que es una forma de referirse a ese lado místico y puro en el que se desenvuelve el deporte, a las pulsiones utópicas, al sueño que tiene todo aficionado que se imagina jugando en su equipo favorito de pequeño y triunfando más tarde, con un temprano debut. Un sueño que se repite, por lo común, en miles de niños casi desde la creación del fútbol.

Días atrás, y no recuerdo el nombre ni el cargo que ocupa (un dato que por lo demás es irrelevante), un alto representante del Sporting reiteraba en este mismo diario la decidida apuesta del club por la cantera. Por si la frase no fuera ya de sobra conocida -y me estoy refiriendo a tantos y tantos otros directivos de otros clubes a los que se les llena la boca con la misma afirmación-, quienes desde hace ya tiempo somos seguidores del equipo rojiblanco sabemos que si tal apuesta se llevó a cabo en los últimos años fue debido a la escasez de recursos económicos, más que a otras circunstancias. Una falta de liquidez, en este caso afortunada, pues gracias a ella subieron al primer equipo jugadores que, de no haberse producido esta coyuntura, no hubieran conseguido el nivel del que gozan en la actualidad. Vale, pues, que se nos intente estimular a base de recursos efectistas, de llamados al corazón, pero no estaría mal que la teoría y la práctica coexistieran más allá de proclamas huecas, las más de las veces.

Cuando leí estas declaraciones no pude menos de pensar en Valdano que, hace ya años, sostenía (y con evidente razón) que si el Madrid hubiera tenido la paciencia de apostar por delanteros de la casa (creo que se refería, entre otros, a Soldado), se hubiera ahorrado una buena cantidad de millones. Claro que, a continuación, se preguntaba quién hubiera sido capaz (afición, directivos, entrenadores?) de aguantar la sequía de títulos que pudiera (condicional, claro) producirse. Tal apuesta, pues, por la cantera, es algo muy difícil de conseguir, a la vista de la cada vez más creciente profesionalidad del fútbol y de la consiguiente prioridad de títulos y, por tanto, de dinero.

Decidirse por los valores más puros del deporte, está absolutamente reñido con el tipo de sociedad en el que convivimos, donde lo más importante es, sin duda alguna, la rentabilidad inmediata, y que, sobre todo, ésta se plasme lo más rápido que sea posible. No hay más que fijarse, para comprobarlo, en el modo en que funciona la escoba de barrer futbolistas, que, año tras año, demuestra su extraordinaria habilidad para deshacerse de los proyectos en ciernes. Cierto es que, afortunadamente, aún quedan algunas personas que cumplen con lo que dicen, y apuestan por la cantera sin ningún tipo de ambigüedades. Pero, por desgracia, son cada día menos. Pues, a fin de cuentas, a ese mito ilusionante le ponen zancadillas por todas partes.

Compartir el artículo

stats