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Panza arriba

El tiempo de los pinypones

Los figurantes que siempre van detrás de los políticos ante la posibilidad de una nueva campaña electoral

Lo que más me gusta de las campañas electorales son los pinypón. Cuando me puse a escribir esto escribí "pin y pon". Pero resulta que el corrector me dice que el término correcto es pinypón. El diccionario de la Real Academia Española se ha convertido estos últimos años en un coladero de palabros (entendiendo por palabros toda esa serie de palabras que cuesta aceptar como palabras). Los aceptados abundan: amigovio (amigo con derecho a roce), conflictuar (que está pasadín de la cabeza y conflictúa), papichulo (tío bueno), lonchera (tuperware en el que los niños llevan el sándwich al cole) y birra (la cerveza de toda la vida).

Por eso empleo la palabra pinypón, en su acepción política: persona que se pone detrás de un político cuando habla y cumple simplemente función decorativa. Veo a Rajoy hablar y lo hace custodiado por un montón de pinypones de camisas de rayas y cuellos blancos y de clones pequeñinos de Soraya Sáenz de Santamaría. Como custodios pinypones de Sánchez son los jovencitos, ellos y ellas, de sonrisa radiante ensayada, que se mantiene a lo largo de una hora de discurso a base de un regidor oculto a la cámara que de vez en cuando manda aplaudir, reírse un poco más, asentir con la cabeza o poner cara de preocupación.

Pinypones tal que así los tienen todos los partidos. Algunos me apasionan más que otros. Los de Bildu, por demás. Esos no se ríen por nada del mundo. Recuerdan las caras de la junta directiva del Montepío de la Minería. Las chicas de Bildu, mal que les pese a sus detractores, tienen cara de actriz porno de película holandesa de los años setenta. Este comentario para una chica de Bildu seguramente es machista. Cualquier comentario que pueda hacer cualquiera es machista para una chica de Bildu. Los chicos son más vulgares, con su pinta de hispter venidos a menos o carasdeculo (otro palabro para la Real Academia) correveidiles (esta sí está aceptada) de cualquier asociación de vecinos de barrio obrero. Sin necesidad de ir a Barakaldo, aquí en Mieres tenemos de estos especímenes. Hace poco encontré a uno en el Ayuntamiento escuchando detrás de una puerta. En verdad, ahí quería llegar, de eso tienen cara los pinypones: de espías de película de risa francesa. Se los reconoce bien porque, como los espías franceses, son calvos y feos de ensayar cara de malo.

Bienvenida sea pues la próxima campaña electoral. Con sus cartelinos, con sus eslóganes, con sus sonrisas de pose (patrimonio de todos, no sólo de los carachiste de Podemos). Me apasiona el arranque de los telediarios. Los cabezas de lista dicen la frase ensayada del día. Los pinypones asienten por detrás. Gracias a ellos llego a olvidarme de todo: del cabeza de lista, del eslogan, del movimiento ensayado de sus manos. Me quedo con el decorado. Con los que se sientan y asienten. Me encanta cómo la RAE sabe estar al día. Ellos son los gorrillas (otra palabra aceptada) de la política. Los que dan serenidad al cagaprisas (también aceptada) de su líder. Los que ponen buena cara al plomizo (reciente incorporación, también) de turno.

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