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Velando el fuego

Frío y calor

La situación que atraviesa la minería y la postura de los grandes poderes económicos

Se han cumplido, inevitablemente, los pronósticos meteorológicos, y el mal tiempo (o el bueno, eso depende cada cual) ha vuelto a visitarnos. Tras unos días en los que las altas temperaturas nos sonreían sin ningún rubor (para otras personas se trataba de una mueca pérfida), se ha dibujado un panorama de nubes cárdenas y de cielos plomizos capaz de aguarle la fiesta a quienes como yo (existen algunos, de eso no tengo ninguna duda) preferimos el olor de las arenas del desierto antes que los efluvios acuosos de cualquier chaparrón. Lo que significa que para nosotros entre el Caribe y la Antártida no hay más distancia que la que mide la incandescencia del corazón.

En el lado opuesto a las ráfagas de lluvia y a los fríos que amenazan con acariciarnos las orejas, se encuentra la situación de la minería, o lo que es lo mismo, la crónica de esa muerte ya anunciada tantas veces pero a la que sus protagonistas se niegan a sucumbir. En uno de mis poemas inéditos, digo que ni las hordas de Atila lo hubieran hecho mejor que los cuchillos de la modernidad, empeñados en un implacable afán de cortar cabezas, usando para ello todos los estilos posibles. Sobre todo (así dice uno de los versos) "la persuasión con lengua de pez", que, en este caso, significa las múltiples e incontables mentiras que desde las altas instancias se fueron propagando a fin de poner remedio a una situación que, a la postre, no tiene otro significado más que la sumisión ante las instancias económicas que miden nuestras ratios de rentabilidad.

Pero si de triste, por no usar otros adjetivos, se puede calificar la situación, esa pesadumbre aumenta aún más cuando se escuchan comentarios del tipo de: "el asunto tiene mucha miga"; no es fácil hablar de unos u otros culpables"?, o frases por el estilo. Una confusión que va cada día más en aumento, para lo que bastaría sólo con fijarse en la barahúnda que se está formando ante el "impasse" político de este país. Y, sobre todo, con las constantes referencias ante lo que se considera la incapacidad de los líderes de los cuatro partidos políticos más importantes para llegar a algún tipo de acuerdo. Sin entrar en este debate -bastante hacen ya las fuerzas mediáticas para reconducirlo convenientemente, siempre de un modo afín a sus intereses-, no vendría mal que también nos fijáramos en otros actores que tienen un papel preponderante en este teatro de operaciones. Si bien, es cierto, que prefieren ejercer su liderazgo en la sombra: los gestores y principales propietarios de las mayores empresas financieras, industriales y de servicios, que son el centro de poder económico de este país, representado por su cabeza visible, el Ibex. Y ello sin olvidarnos de esos personajes, más o menos activos en la actualidad, pero en todo caso con suficiente peso histórico, que continúan empeñados en aparecer de cuando en cuando en escena para darnos a conocer su opinión.

Termino con la parte final del poema al que hago referencia, y en el que un abuelo le dice a su nieto que "el mundo no es otra cosa más que una historia dentro de otra". Si bien, y me imagino que a causa de su corte edad, ese abuelo no le llegó a explicar que en todas las historias hay siempre quienes están más abrigados que otros. Y que no es tanto la cuestión de si hace más frío o más calor, de si estamos más al Norte o más al Sur, sino de que los pedriscos y las toneladas de lluvia caen siempre sobre las espaldas de los mismos.

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