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A contracorriente

Un juego maléfico

La ausencia de acuerdo entre los principales partidos para formar Gobierno

La situación política española vive momentos extraños, inverosímiles, absurdos y muy tristes por esa falta de apoyos para una investidura y llegar a un gobierno tan necesario como urgente. Un país no puede estar al albur de unos partidos que buscan más el interés propio que el de la sociedad que los contempla y les da vida.

Pienso que todo es más fácil y lógico que este circo político al que nos han llevado estos representantes de la cosa pública sin importarles un bledo las circunstancias económicas y sociales derivadas de este embrollo incomprensible para muchos ciudadanos. El hartazgo de tanta pirueta, de tanta reunión, de tantas llamadas telefónicas y de tanta negativa forma parte de nuestro sentir español, esas maneras de intentar algo a sabiendas de un resultado vacuo. Y con esas actitudes tan poco responsables estos políticos de poco recorrido están agotando al personal que los ha votado y convirtiendo la política en una actividad indeseable y pestilente.

Este bloqueo es quizás debido a la bisoñez de los nuevos políticos que desconocen la política sensata de los pactos y del consenso. Y en donde hay consenso hay sentido común y sentido de Estado. Hasta la fecha, aquí ese entendimiento está muy lejano y lo normal democráticamente seria que el cabeza visible socialista se convenciera de que su cerrazón no le lleva a ningún lugar de éxito. Lo quiere todo y no quiere nada. Sólo intenciones sin buen final y este tipo de acciones resultan cansinas y deplorables.

Los partidos emergentes están expectantes sin clarificar sus posturas y el Partido Popular, el ganador electoral, a verlas venir y esperando los apoyos adecuados con la necesaria abstención socialista. Todo este espectáculo resulta un juego maléfico que lo pagamos los votantes, los contribuyentes, los habitantes de este complicado país llamado España. Es urgente tomar medidas decisivas para evitar las terceras elecciones. Sería un insulto a la democracia y un fracaso de unos políticos cargados de ego intenso y faltos de voluntad activa y eficaz para alcanzar una meta que los electores exigen ya.

Estos días en un viaje a Alemania, en concreto visitando Múnich para acercarme al "Spanisches Kolleg", el Colegio Español donde mi hermano Gonzalo pasó varios años de lector de español, me preguntaban que ocurría en España con tanto bucle electoral... Yo les apuntaba que se debía al carácter hispano, a esas actitudes tranquilas para lograr un fin y también a ciertos odios entre políticos... Nadie entendía esta enrocada situación. Para el germánico pragmático sólo existía una palabra. ¡Inútiles!

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