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Francisco Palacios

Líneas críticas

Francisco Palacios

La viga

La historia del hundimiento del techo de la escuela de Ohanes, con un maestro y catorce niños muertos

En 1939, dos maestros publicaban en una revista llamada "Aleteos", ya desaparecida, un amplio reportaje sobre un antiguo y trágico suceso ocurrido en el municipio almeriense de Ohanes. El episodio fue muy difundido años después por el Colegio Notarial de Granada, así como por diversas publicaciones del mundo de la enseñanza. Resumidamente, este era su contenido.

Corría el año de 1734 cuando el maestro de Ohanes se dirigía al alcalde, advirtiéndole que la viga central que sostenía el edificio de la escuela estaba partida, por cuyo motivo había cedido el techo formándose una especie de embudo por donde discurría a chorros el agua de la lluvia, "mojándose los papeles de la clase y haciéndome padecer unos dolores reumáticos que no me permiten ponerme tieso".

Por ello, el maestro le pide al alcalde que corrija rápido la anomalía "si no quiere que ocurra alguna desgracia a los niños y al maestro" (Firmado y rubricado el maestro Menón Garrido).

A los seis meses, el alcalde responde al maestro que lo de la viga "no son más que excusas para no dar golpe". Y que los papeles, "puede guardárselos en el cajón de la escuela o en su casa". Y para evitar el reuma, "puede abrigarse con una manta". Concluye con esta amenaza: "Ojo, que su engaño le costaría estar seis años sin cobrar los quinientos reales del sueldo". (Firma y rubrica del alcalde Bartolomé Zancajo).

Al día siguiente, el maestro se vuelve a dirigir al alcalde haciéndole notar la creciente zozobra que le sigue produciendo el estado de la viga, rogándole que pasaran por la escuela "personas peritas" o que el propio alcalde "realizara una revisión visual". Y espera que no se le toque el sueldo.

Transcurrido un año, el alcalde le comunica de nuevo al maestro que "le parece excesiva tanta machaconería en el asunto de la viga", instándole a que "si no le conviene la escuela, puede pillar el camino e irse a otro sitio, que aquí, para lo que enseña, no hace ninguna falta". Y sigue el alcalde: "Qué les importa a estas gentes, ni a nadie, dónde está Marte, ni las vueltas que da la Luna, ni que cuatro por seis sean veintisiete, ni que Miguel de Cervantes descubriera las Américas (sic). Para coger un mancage (pequeña azada) basta y sobra con tener fuerzas para ello".

Nueve meses más tarde se personan en la escuela "dos albañiles graduados" que informan que "la dicha viga no se ha movido, solo se ha bajado cosa de diez o doce dedos, amenazando sólo caer, pero nunca juntarse con el suelo. Pero como la madera es un cuerpo astilloso, tiene que crujir antes de pegar el golpetazo, dando así tiempo a que se salven siete u ocho personas. Por lo que el peligro que ofrece la aludida viga es un peligro leve, de poca trascendencia". (Firman y rubrican Antonio Fuentes y Juan González).

Interviene después el escribano (notario) que enumera los posibles daños que la caída de la viga pudiera causar al maestro y a los alumnos, añadiendo comentarios que hoy se considerarían realmente obscenos.

Por último, seis años después del primer escrito del maestro, el cronista de Ohanes hace la siguiente reseña: "El 14 de octubre de 1840, siendo alcalde Bartolomé Zancajo, se hundió el techo de la escuela, pereciendo el señor maestro, don Menón Garrido, y los catorce niños que en aquellos momentos daban clase?, todos ellos inmolados en aras de la cultura?

Abierto el oportuno expediente, se ha podido comprobar que por parte de la autoridad competente se tomaron todas las medidas encaminadas a velar por el buen funcionamiento del recinto?, quedando plenamente demostrado que únicamente un accidente fortuito fue el responsable del hundimiento". (Firma y rúbrica el cronista oficial Joseph Sancho Mengíbar)

Salvadas las distancias históricas y sociales, y sea auténtico o apócrifo el documento, lo cierto es que pasados casi tres siglos (282 años), todavía se sigue produciendo en España con alarmante frecuencia la más perversa de las corrupciones administrativas: el desprecio de la vida humana.

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