El PSOE (entiéndase Pedro Sánchez, si aún se puede identificar al partido con su secretario general) debe decidir ya si permite la investidura de Rajoy o se convocan las terceras elecciones generales. La idea de intentar formar una alternativa de gobierno es inviable tras la negativa rotunda de Ciudadanos, las divisiones internas de Podemos y la guerra civil del PSOE. Con una decisión tomada, los socialistas podrán dedicarse ya sin distracciones a desangrarse a conciencia. Aunque deben recordar la lección ya sabida que ha repetido el resultado electoral de Galicia y las encuestas: se perdona la corrupción y se blanquea con votos, sobre todo si es de tu propio partido; pero no la división interna, las cuchilladas públicas. Rajoy mantuvo prietas las filas, miró para cualquier lado cuando el dedo acusador le señalaba y mantuvo su granero de votos a la derecha. Los compañeros y camaradas de la izquierda, tan dados a la lucha, deben elegir entre morir o fallecer.
