Hace unos días, un conocido se encontró un jabalí en el salón. Estaba comodamente recostado en el sofá, pero lo que más le impresionó fue el perfecto manejo que tenía del mando a distancia y el conocimiento de los canales de la televisión. Prefería los de naturaleza y cocina. Y allí lo dejó ante el temor de molestarlo y que le desarmara la casa. Mi conocido dio por hecho de que no debía de ser la primera vez y que, como ya campan por pueblos y ciudades, era cuestión de tiempo que se hicieran vecinos. Es difícil el equilibrio con la naturaleza y son razonables las quejas de ciudadanos y ganaderos ante la proliferación de jabalíes, cuya población creció un 700% desde 2003. También es comprensible el malestar de los habitantes de las zonas rurales con las restricciones apoyadas por los ecologistas, como acaba de suceder con la pista de Piedrafita en Aller. Habrá que encontrar el equilibrio, aunque quizá haya que discutirlo con los jabalíes.
